En una ocasión, una conocida, me decía orgullosa, que a ella nadie le había ayudado nunca. El debate con esta persona, se estableció, al contestar yo, que a mí sí me habían ayudado muchas veces, como yo también he ayudado a otros.
No deberíamos sonrojarnos por esta razón, de que nos hayan echado manos otras personas, sin cuyo apoyo no hubiéramos salido adelante. Ayudar o socorrer, para nada es trágico o indigno, porque no existen los Supermanes, sino más bien, las personas débiles e indigentes, en alguno o en muchos sentidos.
El sentido de la sociedad, no es otro que este mismo: ayudarnos entre todos. Y, la razón, obvia: nadie existe que lo pueda todo, ni mucho menos. El médico, ayuda a mantener la salud a sus pacientes. El panadero, hace y vende el pan con el que comemos cada día. El mecánico pone a punto los vehículos con los que nos movemos en largas distancias. El barrendero, limpia las calles, como las limpiadoras hacen lo propio en locales, oficinas, o en casas. Los funcionarios públicos, gestionan la organización burocrática social. Los ingenieros y arquitectos, planean obras y construyen infraestructuras. Los abogados y los jueces, dirimen diferencias entre personas, e imparten justicia conforme a las leyes. Además de un largo etc de ayudas que se producen, sin las cuales no podríamos subsistir.
Lo peor que podria sucederle a una sociedad, es que unos ciudadanos se vuelvan contra otros, en lugar de estar todos a favor de todos. En este caso, nos encontraríamos ante confrontaciones civiles muy dañinas, capaces de acabar con la sociedad.
Cuando cunde la mala fe, la traición y la canallada se ponen de moda, subsistiendo la persecución, y deja de haber respeto por las leyes y por la ética, estaríamos asistiendo al principio del fin de nuestra sociedad. Sería una sociedad donde ayudarse, habríase convertido en una utopía, por tanto, la deshumanización y la crueldad, irían socavando los cimientos sociales, levantados a base de la colaboración entre unos y otros.
Una sociedad que pierde los valores del servicio a todos los demás, donde la honradez, la compasión, o el esfuerzo, quedan bloqueados o extinguidos, será una sociedad en decadencia. Decadencia de uno de los más grandes sentimientos humanos: el amor al prójimo y al hermano.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 19 de febrero del 2025
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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