Érase una vez un país donde los hombres tenían las pollas largas, y hasta muy largas. Era un país donde el sexo estaba a la orden del día, y, por eso, tanta importancia le otorgaban al tamaño de la polla, porque el tamaño, realmente, en casos como el de este país, sí importaba.
Cuando los valores de una nación, se concentran en el órgano sexual, pues resulta que, los hombres y las mujeres, pasan a definirse por la magnitud de sus genitales. ¿Se imaginan a una polla andante?. Pues esto pasó a ser el hombre: una polla, y una polla bien generosa en tamaño, porque impresiona mucho más, estéticamente estaba de moda, y, dicen, que es mucho más placentera.
Y, a una mujer… ¿Se la imaginan como unos pechos y un culo, andantes?. A semejanza del hombre, la mujer también pasó a convertirse en su sexo. Un sexo, que, para corresponder con el tamaño sexual del hombre, era, igualmente, de gran tamaño. Las caderas extra anchas, los glúteos abultados y prominentes, los senos bien nutridos. Como pueden comprobar, todo lo relacionado con el hombre y la mujer, era muy excitante en aquel país.
Después de tanto y tanto tiempo, de un tiempo incalculable, habiéndose establecido que los hombres eran pollas, y las mujeres eran culos y pechos, y que la vida social estaba ordenada al sexo y al apareo constante, bajo unas muy curiosas y muy cachondas leyes de regencia de la promiscuidad, debemos reconocer que los hombres y las mujeres se transformaron, dejando de guardar la apariencia física clásica.
De tal manera, desapareció el cerebro, el corazón se petrificó, y se convirtió en una especie de motor de gran cilindrada, los característicos testículos masculinos, prácticamente desaparecieron, pues a penas cumplían su labor reproductora, y tampoco generaban ya la testosterona, y la mujer generó unas mamas que producían leche continuamente, junto a una necesidad acuciante de ser aliviadas, lo mismo que el culo, el cual pasó a convertirse en un monumento nacional, al que era obligado rendir honor, asistiendo su presencia con un coito recurrente, recompensado por el placer indescriptible que brindaba.
Los conceptos de felicidad y de nirvana, se esfumaron, por supuesto, pasando a ser sustituidos por el orgasmo, el cual, con el paso del tiempo, fue superado por otro concepto nuevo: el del multiorgasmo. De tal manera, la vida se había convertido en una orgía inclusiva y aglutinadora, donde el gozo multiorgásmico no tenía fin, mientras se conservara la vida.
La especie humana, pues, completamente sexualizada, casi en su totalidad, pasó a agruparse en manadas de seres sexológicos, dedicados a aparearse orgiásticamente. Decimos que, casi en su totalidad, porque se conservaron unos pocos hombres y mujeres, prácticamente en su apariencia clásica, los cuales estaban encargados de dirigir las granjas de órganos sexuales de machos y hembras, para que los mismos tuvieran todo lo necesario, de cara a un imparable ejercicio de orgía sexual multiorgásmica.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 28 de febrero del 2025
Fotografía Facebook.
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