JUSTICIA PARA LA MUJER

Una de las principales razones para la persistencia del estigma de ser mujer, todavía en demasiados ámbitos sociales, tiene que ver directamente con la condición humana, dentro de la cual continuamos rigiendo el mundo por la ley de la selva, es decir, de la fuerza y del más fuerte, hablando en el sentido bruto y físico de la misma.

Es una lástima, pero seguimos sin poder presumir de que somos civilizados, por mucho que en algunas zonas del planeta nos colguemos un cartel tan injusto, puesto que sigue sin obedecer a la triste realidad, aunque en algunos parámetros se pueda deducir dicho título, demasiado exigente para generalizarlo de forma masiva.

No necesito que venga nadie a contarme la casuística de injusticia manifiesta, tan frecuente alrededor de las mujeres, yo mismo soy testigo diario, y en España, no es necesario que nos vayamos al Congo, a Tailandia, o a Recife. Todos los días se me ofrecen por las calles de mi ciudad, mujeres que se alquilan para dejarse magrear durante un rato. En ocasiones, estas mujeres van acompañadas de su proxeneta, que es un hombre, o, mismamente, otra mujer, encargada de explotar a su obrera del sexo.

A juzgar por el aspecto de estas obreras sexuales, no debe ser muy edificante, en absoluto, la labor de atender la masculinidad necesitada y abusiva. Se suelen distinguir estas mujeres, por un ostensible deterioro físico, incapaz de ser ocultado tras unas gafas de sol, un peinado aseado, o maquillaje profuso. Me imagino que, después de una jornada completa, recibiendo la paliza de un número indeterminado de varones, aprovechando todos en manada, la indefensión de una mujer, mientras ella misma se abandona al abordaje de uno tras otro, cada cual con su casuística particular, se les queda el cuerpo, tan maravilloso con el que cuentan las mujeres, por otro lado, hecho un verdadero trapo usado y compartido públicamente.

Siempre digo que, las flores de la humanidad, las mujeres, merecerían, cada una, en sus casas, un monumento al mérito en el trabajo, y a la heroicidad de sacar adelante una familia, o lo que se tercie que les pueda ser encomendado de una manera digna.

La mujer es uno de los seres con más virtudes, y con mayores talentos, que se puedan encontrar en el Universo, teniendo los hombres la enorme fortuna de que sea nuestra compañera, el complemento perfecto para la vida social, y de cualquier hombre en particular. Porque la mujer aporta en este mundo, la dosis de humanidad y de madurez que tanto necesitamos los hombres, frecuentemente cortados por patrones de irresponsabilidad y de cierta demencia.

Pido y ruego, pues, justicia para la mujer. Que dejemos de aprovecharnos de un ser que busca protección en el hombre, del que necesita un apoyo de trampolín o de parapeto, para desplegar sus ricos valores, mucho más allá de las bondades sexuales que las envuelven.

Debemos convencernos de que, la mujer, no es una esclava, ni una mascota, ni tampoco un instrumento de placer para el varón. La mujer no se compra, ni está a nuestro servicio. A la mujer se la ama, y se la sirve, en igual medida que ella nos sirve, porque la sociedad es un ámbito donde nos servimos entre todos. La mujer tampoco es un inodoro, para desfogar yo mi libido, o para descargar la impúdica necesidad de cualquier macho sin escrúpulos. Respeto y justicia para la mujer, por favor, una bendición para la humanidad, que yo trataría con mimo, y con sumo cariño.

FRAN AUDIJE
Madrid,España,6 de marzo del 2025
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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