DEMOCRACIA Y LIBERTAD

Recuerdo diversos comentarios de españoles que vivieron gran parte del régimen de Franco, y de chilenos que conocieron el régimen de Pinochet, y en todos ellos se alababan grandes virtudes de aquellos años: que existía una gran seguridad ciudadana, que hubo un gran crecimiento económico, que se vivía en libertad…

Yo, sinceramente, pienso que todos estos juicios positivos sobre estos dos regímenes tiránicos, incluyendo el de que se vivía en libertad, eran percibidos así, realmente, por estas personas que daban su opinión. Porque estas personas estaban dentro del lado de la población que estaba siendo favorecida por Franco y por Pinochet, los cuales no eran un grupito reducido de camaradas, sino un sector significativo de los habitantes de estos países. Sector que estaba cortado por un patrón muy determinado, que le hacía simpatizar y ser beneficiado, por la política de Franco y de Pinochet.

Esto es lo que mejor define a cualquier dictadura: que impone una uniformidad en la manera de ser y de actuar, de la ciudadanía. Y todo aquel que se sale de esos márgenes estrechos e inquisitivos, es perseguido y eliminado, para que la uniformidad no se rompa y se mantenga.

Hoy día, en las democracias tan presuntamente avanzadas de Occidente, tengo la impresión de que se está dando este mismo fenómeno definitorio de las dictaduras. Cada vez más se están estrechando los márgenes de la libertad, y se tiende a uniformizar a la población.

El discurso político en las democracias de nuestro tiempo, utiliza expresiones como «diversidad», «respeto por las minorías», «liberación sexual», «igualdad de sexos»; expresiones, todas ellas, que, si las analizamos, planean sobre los hábitos afectivos y sexuales, y que son completamente engañosas, porque, en vez de producir una liberación real, lo que están haciendo es manipular los comportamientos de las personas, e incitarlos a un desorden disfrazado de libertad, cuando lo que constituye de verdad, es una imposición y una uniformización de los comportamientos.

Todo esto de lo que hablo, me parece que no es casual, sino que obedece a auténticos planes de reeducación popular, para que todos obedezcamos a un patrón, y al que se oponga, se le señale con el dedo, y se le declare individuo peligroso, e incluso delincuente, y se le prive de libertad y de su derecho a ser diferente.

Estamos entrando en un periodo de crisis de la democracia, porque, cada vez más, los poderosos estrechan el cerco de su control sobre la ciudadanía. Y ese cerco, cada vez más férreo y solapado, consiste en dictarnos lo que debemos hacer con nuestras vidas, con tintes de muy dudosa ética, y, poco a poco, trasvasando los límites del respeto a los derechos humanos.

Lo más curioso de este proceso de desmontaje de la democracia, es que se está realizando sin oposición popular, y con todo nuestro contento y consentimiento, porque estamos siendo engañados y anestesiados: mientras van retirándonos los derechos que ha costado sangre, sudor y lágrimas, conquistar, nos llenan de vicios y placeres. Nos hacen creer que el consumismo y el sexo, son la panacea de la felicidad, pero, el hombre de nuestro tiempo, está viviendo una crisis de sentido vital sin precedentes próximos. Todo ello, fruto de la ausencia de libertad, y de unas pautas y hábitos de comportamiento, que nos están imponiendo, sin lugar a elección.

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 9 de marzo del 2025
Fotografía Facebook.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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