La corrupción política en España, no sé si nos hemos coscado todavía, va adquiriendo unas dimensiones preocupantemente estratosféricas. Lo peor es que, los ciudadanos medios en España, empezamos a sentir como normal, en algunos sentidos, que determinadas prácticas de ilegalidad política y de abuso de poder, son ya como el pan nuestro de cada día, de manera que nos adaptamos a estas situaciones, más próximas a la incivilización, que a una nación desarrollada econónicamente, y con un riquísimo bagaje histórico-cultural.
Debemos advertir que, la entidad supranacional de Estados europeos, en la que España se encuentra encuadrada, ha seguido una evolución inversa al avance democrático, y al desarrollo de los derechos humanos. La Europa que nos pertenece, comenzó siendo un pretendido adalid de los derechos humanos, y ha ido degenerando en una disolución de la democracia y del respeto a los derechos de sus ciudadanos, dentro de un sistema que, paulatinamente, se ha ido acercando al totalitarismo, lo cual viene a alertarnos de que nuestros derechos, ganados con tanto esfuerzo, desde los tiempos de la Revolución Francesa, peligran ya de hecho, y comienzan a tomarse medidas restrictivas de la libertad más elemental.
Por otro lado, quería poner el foco en la verdadera tomadura de pelo que suponen estos recortes en los derechos más fundamentales, que en toda Europa, y en España, concretamente, comienzan a asfixiar la democracia. Tenemos la impresión de que, los representantes políticos de los ciudadanos, nos menosprecian y nos subestiman, cuando se toman licencias tan abusivas con el poder que los ciudadanos, les encomendamos en delegación operativa, es decir, para que organicen a la sociedad, en la gestión honrada y eficaz de la cosa pública.
Debemos refrescarles la memoria a estos políticos que practican actividades criminales en la sombra, e, incluso, delante de las narices de todos. Que recuerden que los dueños de España, no son ellos, ni sus partidos políticos, sino que somos los dueños de España todos los ciudadanos de este país. Que los tiempos aciagos de las castas, y del feudalismo, se quedaron descolgados en el tiempo, hace ya, al menos, un siglo, y que nadie desea volver a ser esclavizado, ni a convertirse en siervo de ningún rey absoluto, o análogo.
Mucho cuidado, queridos compatriotas, porque podrían meternos, como quien no quiere la cosa, en un embrollo fascistoide, que eche por tierra el trabajo tan ilusionado por la libertad, que hemos venido labrando con la sangre de millones de héroes, durante décadas y más décadas. Si llegaran a arrebatarnos de nuevo la democracia y la libertad, que emanó de la Revolución Francesa, tendríamos que comenzar la lucha desde un punto cero, con la consiguiente pérdida de futuro para nuestros hijos. No nos durmamos en los laureles del «pan y circo», con el que nos mantienen entretenidos, mientras nos usurpan el bienestar, la cultura, y hasta el alma de la civilización que nos ha hecho crecer como personas, en una convivencia fructífera y respetuosa.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 13 de marzo del 2025
Fotografía Facebook.
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