Sabemos que el fascismo es una «mala pécora», como dirían por tierras gallegas, puesto que posee la habilidad de esclavizar a las sociedades donde recae, obligándolas a adoptar costumbres inhumanas y tiranizadoras.
Pudimos comprobarlo en la primera mitad del siglo XX, con el ejemplo Nazi, en Alemania, y con el ejemplo fascista de Mussolini, en Italia. El otro ejemplo que suele esgrimirse, es el español, durante la dictadura franquista, pero este último fue bastante ligero, porque, Franco, no pretendía otra cosa que imponer un orden militar, en una España desajustada por la excesiva pasión comunista, y, en realidad, los símbolos fascistas del régimen franquista, solo fueron, eso, símbolos, sin mayor trascendencia, que Franco utilizó de manera meramente representativa, y a conveniencia de su mentalidad castrense.
El Fascismo de aquellos años, trató de imponerse con la fuerza y la violencia de las armas, y se topó con limitaciones militares propias, y con la mala suerte, pero fortuna para nosotros, de que el gigante Estadounidense intervino con todo su potencial económico-militar, descompensando la balanza de la Segunda Guerra Mundial, claramente del lado antifascista.
El Fascismo es malo, y bien malo, pero no es tonto, y ha aprendido la lección, de modo que, en los tiempos actuales, ya entrados en el siglo XXI, está tratando de volver a instalarse en Europa, de manera mucho más astuta y ladina. En vez de buscar guerras abiertas, un escenario donde ha comprobado que puede ser vencido con relativa facilidad, busca colarse en el poder, a través de la puerta de atrás, como quien no quiere la cosa, y aprovechando la basura institucional de la corrupción, para esconderse, sin dar mucho la cara, hasta que haya conseguido hacerse definitivamente fuerte en los Gobiernos, momento en que ya sí dará la cara fea, y terriblemente inquisitiva, con la que dominará las naciones, hasta destrozarlas, destruyendo la dignidad humana.
Vemos en la Unión Europea, una creciente corrupción política, que tiende a efectuar cambios sensibles para las libertades más fundamentales, afectando de lleno a los derechos humanos, que parecían intocables, tras la experiencia de la Segunda Guerra Mundial.
La mencionada corrupción, se hace más patente en naciones como España, donde el líder de dudosa reputación democrática, Pedro Sánchez, se aferra al poder contra toda ética demócrata, despreciando el amor a la patria, y manifestando un gran hambre de poder a toda costa.
Al mismo tiempo, la Unión Europea, apoya financiera y políticamente, la prevalencia de regímenes inoperativos, como el mismo ejemplo de Sánchez, en España, donde todo va en picado, excepto la manipulación y la corrupción, no solo política, sino ética y moral, en toda la sociedad.
Si no paramos esta avanzadilla fascistoide, acabarán obligándonos a la fuerza y por decreto, a prostiuirnos y a transformarnos en homosexuales. No digo nada exagerado, ni nada que no pueda palparse ya. El gravísimo y cruel, holocausto judío, tampoco pudo preveerlo nadie, pero sabemos por la Historia que sucedió, hasta las prácticas más inhumanas y surrealistas.
FRAN AUDIJE
Fotografía Facebook.
Madrid, España, 26 de marzo del 2025
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