Sionismo; Ideología del Despojo y la Violencia

SM Rico

El sionismo, concebido supuestamente como un movimiento ideológico de liberación para el pueblo judío, ha evolucionado hacia una ideología que, en su implementación práctica, ha generado profundas heridas de muerte y hambre; junto con un conflicto perpetuo con el pueblo palestino. Lejos de ser una simple búsqueda de autodeterminación, el sionismo contemporáneo se ha convertido en un proyecto de despojo territorial, violencia sistemática y negación de derechos fundamentales.

La Expansión Territorial como Pilar del Sionismo

Desde sus inicios, la construcción del Estado de Israel ha estado intrínsecamente ligada a la expropiación de tierras palestinas. La Nakba de 1948, un evento de limpieza étnica que desplazó a cientos de miles de palestinos, sentó las bases de un proyecto expansionista que continúa hasta nuestros días. La construcción de asentamientos ilegales en Cisjordania, la demolición de hogares palestinos y la imposición de un régimen de apartheid son manifestaciones de una política sistemática de despojo que busca consolidar el control israelí sobre los territorios ocupados.

La violencia de los colonos, a menudo amparada por la impunidad, se ha convertido en un instrumento clave de esta política. Ataques a aldeas palestinas, destrucción de propiedades y agresiones físicas son tácticas diseñadas para intimidar y desplazar a la población palestina, allanando el camino para la expansión de los asentamientos. El reciente ataque y secuestro de Dan Ballal, codirector del documental ganador del Oscar, «No Other Land», evidencia la criminalidad y la impunidad con la que operan estos grupos, así como la complicidad del ejército israelí. Los unos y “los otros”; todos habitantes invasores, ya sea por acto o por omisión, participan de la barbarie y tienen las manos llenas de sangre, aunque no jalen el gatillo.

Gaza: El Epítome de la Crueldad

La Franja de Gaza, sometida a un bloqueo inhumano, se ha convertido en un laboratorio de la crueldad sionista. Los repetidos ataques militares israelíes, con su desproporcionada fuerza y su desprecio por la vida civil, han convertido a Gaza en un escenario de muerte y destrucción. El bloqueo, que niega a sus habitantes el acceso a necesidades básicas como agua, alimentos y medicinas, constituye un castigo colectivo que nos muestra un genocidio en cada pantalla, sin que a muchos les importe.

Da igual que sean feministas de cualquier país, vicarios o protectores de los niños; cuando tienen delante el verdadero frente de batalla; cuando ven la verdadera tristeza y el dolor, solo evitan ver la sangre, evitan la molestia de ver y de pensar porque los grandes medios, muchos cómplices de la barbarie, los hacen vivir en una burbuja; les hacen creer que mientras no hablen de ellos como el genocidio que es, solo representa algo que pasa en un lugar lejano, algo que no les toca o que no les debe importar; porque en ese lugar siempre están en conflicto. No son parte de su colectivo o de su comunidad, solo ven lo que tienen cerca de la cara y aun así solo piensan en ellos mismos, solo prenden una veladora sin fe para acallar a su conciencia.

Las denuncias de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad se acumulan ante la indiferencia de la comunidad internacional. La impunidad con la que Israel actúa en Gaza revela un desprecio absoluto por el derecho internacional y los derechos humanos más elementales.

El Sionismo como Régimen de Apartheid

La ocupación israelí de los territorios palestinos se caracteriza por la violación sistemática de los derechos humanos. Detenciones arbitrarias, torturas, tratos crueles e inhumanos, restricciones a la libertad de movimiento y la negación de derechos fundamentales son prácticas cotidianas para la población palestina. La Ley del Estado Nación, que consagra a Israel como el Estado exclusivo del pueblo judío, profundiza la discriminación y consolida un régimen de apartheid.

La violencia contra las mujeres palestinas, que incluye agresiones sexuales, detenciones arbitrarias y humillaciones, es una manifestación más de la brutalidad de la ocupación. Las denuncias de robo de órganos a civiles palestinos, especialmente niños, alimentan la desconfianza y el resentimiento justificado y evidencian la catástrofe humanitaria.

La estructura del poder opresor

El sionismo puede ser analizado como un proyecto nacionalista que, en su búsqueda de un Estado propio, reproduce las estructuras de poder del capitalismo global. La creación de Israel, lejos de resolver injusticias históricas, ha generado nuevas formas de opresión y desigualdad.

En el contexto del sionismo, se han priorizado los intereses de una élite judía sobre los de la clase trabajadora, tanto judía como palestina. De esta manera, el sionismo se puede ver como una forma de nacionalismo que ha desempeñado un papel colonialista en Palestina. El establecimiento del Estado de Israel implica la desposesión y marginalización de todos los palestinos, confinándolos a una jaula de opresión y explotación constantes, de la que no pueden liberarse. Están condenados a una alienación en la que solo servirán de combustible, o como engranes de una máquina que les exige toda la vida que les queda; aunado a esto, el apoyo de potencias imperialistas como Estados Unidos, ha desempeñado un papel en la perpetuación del dominio occidental en la región, dejando de lado la vida de los habitantes de Palestina.

Es imperativo que se exija una rendición de cuentas por estos crímenes, que se proteja a la población civil y que se busque una solución justa y duradera que ponga fin a la ocupación y garantice los derechos y la dignidad de todos los involucrados. Es necesario comprender que la lucha por la justicia en Palestina es una lucha por la humanidad. Cualquiera de nosotros en nuestros lejanos países, esos que tienen sus propios problemas, podemos ser los siguientes. Ese día, todos los demás podrían seguir sus vidas y voltear hacia otro lado.  

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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