«EL HUMANISMO EN ASEDIO»

Por Isrrael Sotillo

Maracay/ Valencia, 24 de abril de 2025.

Cómo es que la sociedad se hace cómplice de la ideología antihumanista, la cual viene manipulando a los gobiernos progresistas para acabar, primero con la fiesta de los toros, después con valores emanados de culturas sólidas que son patrimonio de la humanidad entera.

En ese error cayó la Revolución Ciudadana del Ecuador latinoamericano, luego entró en el redil antiespecista el Pacto Histórico liderado por Gustavo Petro en Colombia, y ahora México transita por ese mismo camino que pone en entredicho libertades, derechos y el libre albedrío de los ciudadanos, a quienes, en nombre de los supuestos derechos de los animales y del bienestar animal se les están cercenando sus derechos civiles en relación a tradiciones con arraigo de honduras humanas; olvidando los promotores antihumanistas, entre los que se cuentan partidos verdes y ecologistas, esencialmente prohibicionistas, muy diligentes ellos en los parlamentos con su pregón antihumanista, olvidando que el hombre es una emergencia de la naturaleza, y que la aparición del hombre sobre la faz de la tierra no es comparable a otras.

Irene Vallejo publicó un artículo en mayo de 2021, titulado «Llorad, llorad, valientes» en el que da cuenta acerca de Artemisia, de la dinastía Hecatómnida de Caria (en la actual Turquía), consumida por el dolor tras la muerte de Mausolo —su esposo y hermano—, llenó de arte el mundo griego. Convocó a retóricos para que cantaran sus alabanzas e invitó a arquitectos y escultores a erigir un monumento fúnebre en su honor. Aquella obra, conocida como Mausoleo, fue considerada una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Se decía que alcanzaba los cincuenta metros de altura, distribuida en cuatro niveles decorados con relieves y estatuas tan llenas de vida que la piedra parecía tensarse como músculos. Desde entonces, a las sepulturas hermosas se les llama mausoleos. Es decir, la aflicción de Artemisia aún habita nuestros cementerios.

El ser humano utiliza liturgias acompañadas de arte para afrontar los misterios de la vida. Necesitamos consuelo ante la tristeza, «desahogarnos para evitar la asfixia», enfatiza Irene Vallejo. Pero nuestra sociedad ha reducido la huella de la muerte. Lo que antes se proyectaba en gigantescos monumentos, ahora se esconde. Hoy, avergüenza la muerte, la sangre y los ritos que la acompañan. De allí la creciente práctica de la cremación para alejar lo más rápido posible todo lo que signifique último acompañamiento, consuelo, duelo.

Antonio Casanueva, desarrolló admirablemente en una nota suya recogida por las redes sociales, lo que hizo Artemisa en la antigua Grecia, y él lo relaciona magistralmente con la cultura Michoacana donde se sigue acompañando el dolor por los familiares muertos con ceremonias, adornos y escenificaciones. Los cementerios michoacanos, revela Casanueva, en especial en la zona lacustre y en parte de la meseta Purépecha, se llenan de ofrendas a finales de octubre y principios de noviembre. El ayuno, la penitencia, el sacrificio ritual han estado presentes tanto en los cultos precolombinos como en la tradición católica, por eso pervive con la misma fuerza en los camposantos que en las plazas de toros.

En la Guajira venezolana y colombiana se practica el segundo entierro Wayuu, o segundo velorio, que es una tradición funeraria en la que los restos de un difunto son exhumados y trasladados a otro cementerio, generalmente el del clan de su madre (apushi), donde se les realiza un nuevo entierro. Este rito, que puede durar varios días, es una forma de purificar la carne viva del difunto y garantizar su tránsito al mundo de los muertos.

Sin embargo, esta tradición milenaria está hoy bajo asedio, por lo menos en Michoacán. Desde una ignorancia profunda, alentada por el antiespecismo, ideología de corte animalista radical que ha incentivado el Partido Verde, y ahora el Congreso de Michoacán pretende eliminar la sangre, la muerte y uno de los ritos litúrgicos más enraizados en Michoacán: las corridas de toros. La mayoría de diputados locales levantó la mano en el Congreso del Estado de Michoacán para modificar artículos constitucionales y prohibir una ceremonia inscrita en la memoria de los michoacanos desde hace casi quinientos años.

Otra cuestión que citan los diputados animalistas es el dolor y el sufrimiento. Pues tampoco. Igual hay dolor en algunos animales vertebrados, pero sufrimiento no, esto es algo privativo de los humanos, como afirma Antonio Purroy Unanua, ingeniero agrónomo, que fue profesor de Producción Animal en la Universidad Pública de Navarra ( UPNA): «El sufrimiento es todo aquello que conduce a la persona a sentirse sola, triste y deprimida, un estado del que es capaz de salir debido a sus capacidades cognitivas y emocionales, su capacidad de raciocinio y su lenguaje, cosa que no tienen los animales».

La definición «clásica» del concepto de especismo fue elaborada por Peter Singer (filósofo utilitarista australiano de ascendencia judía), durante la década de 1970. Al calor del surgimiento y del accionar del movimiento por la liberación animal en Estados Unidos y Europa, Singer definió el especismo como «un prejuicio o actitud parcial favorable a los intereses de los miembros de nuestra propia especie y en contra de los de otras».

«El humanismo es una corriente de pensamiento que valora al ser humano, sus capacidades, y su papel en el mundo, promoviendo la libertad, la razón y la importancia de la persona en la vida social y política».

El hombre tiene derecho a matar a los mosquitos, a los ratones, a las cucarachas, por ejemplo. Hay animales que son beneficiosos. Un campesino quiere mucho a su perro. Y a su vaca, pero no la compara con su hija. Los provee. La energía que les da, se la devuelven en forma de esfuerzo. Somos los primeros que alimentamos a otra especie exigiéndole no devolución de energía sino amor. Antes le exigíamos cariño a los niños. Ahora, en Barcelona y Asturias hay más mascotas que niños.

En Michoacán prohiben las corridas de toros en nombre del sufrimiento animal y la ecología que ahora se ha convertido en la última frontera de la ironía, como apunta el filósofo catalán Víctor Gómez Pin: «Si a un ganadero de reses bravas le dices que en nombre de la ecología le van a prohibir su tarea, no entiende ni una palabra. Todo el que ha visitado una ganadería donde se crían toros de lidia lo sabe. El ecologismo se confunde con ese discurso, con esa visión que mezcla antropología, filosofía y algunas corrientes neorreligiosas laicas. El torero y criador de reses bravas Alejandro Talavante, que vive encerrado en el campo, es más ecologista que cualquier votante que haya votado a los partidos verdes y ecologistas en las últimas elecciones que hayan tenido lugar en Ecuador, Colombia, España, México y Venezuela, por ejemplo.

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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