Uno de los primeros discípulos de Jesucristo, fue quien el mismo Jesús identificó como «Simón», el hijo de Jonás, a quien el Maestro rebautizó con el nombre arameo de «Cefas», que significa en castellano: Piedra, o Pedro, puesto que, como Jesucristo reconoció posteriormente, pretendía que el apóstol Pedro, se erigiera en el primer líder de los cristianos, en la primera piedra, «Sobre la que edificaré mi Iglesia».
Ya durante la vida del Señor, el apóstol Pedro era el líder de los doce apóstoles que seguían a Jesús de manera más permanente, fiel y cercana, puesto que hubo muchos otros apóstoles, entre ellos bastantes mujeres, que, igualmente, seguían al Señor, si bien de una manera más flotante, digamos, no tan comprometida como estos doce, que convivían permanentemente con Jesús, constituyendo una auténtica comunidad, tanto en lo espiritual, como en lo material. Recordemos que contaban hasta con un administrador o ecónomo, que era Judas Iscariote..
Según nos permite deducir el Evangelio en sus relatos, el perfil del apóstol Pedro, era el de un hombre rudo, muy de su pueblo. Con una mentalidad bastante propia del pescador judío que era, sin preparación académica. Un hombre, Pedro, que tentó en varias ocasiones al propio Maestro, con sus juicios mundanos y nada comprensivos de la verdadera misión que Jesucristo había venido a cumplir en el mundo. En diversas ocasiones, el Señor le califica de «Satanás», y se queja de la falta de entendimiento de Pedro hacia Él. En realidad, Pedro, era el portavoz de todos los demás apóstoles, tan rudos y de su tiempo como él, generalmente, y que seguían a Jesús un tanto a ciegas, porque tampoco le entendían en lo más fundamental de sus actos y de sus finalidades.
Como sabemos por el Evangelio, el apóstol Pedro, fue uno de los traidores, además de Judas Iscariote, llegando a negar a Jesús, delante de sus enemigos, no en una ocasión, sino hasta en tres. Sin embargo, por el Evangelio, también es fácil deducir que Pedro poseía un carácter noble. En un primer momento, se mostraba dispuesto a dar la vida por el Señor, como tantos cristianos, buenas personas, lo hemos deseado a lo largo de la Historia. Esta sería la razón por la Jesucristo decidió constituirle en primera piedra de su Iglesia: porque «Simón», el hijo de Jonás, era una piedra en bruto, a falta de ser labrada y pulida. Pedro poseía grandes cualidades de liderazgo, y tenía muy buen fondo como persona, por tanto era posible hacer de él un gran líder religioso, tras labrar y pulir el excelente material del que estaba hecho.
El ejemplo de Cefas, es un reflejo de lo que pide Jesucristo a sus seguidores: que seamos personas, no perfectas de buenas a primeras, sino con capacidad de superación, con capacidad para permitir que nuestros maestros cristianos y las experiencias de la vida, nos vayan moldeando, de manera que se haga factible en nosotros una perfección espiritual muy cercana a lo que Jesucristo nos pide en el Evangelio. «Sed perfectos a semejanza de Dios», dice el Señor. Y, no lo dudemos ni nos engañemos, cuando Jesús nos recomienda seguir un camino de perfección y de autosuperación, es porque es posible. Solo hace falta que nos constituyamos cada unos de los cristianos, en verdaderos apóstoles del Señor, sin temor al pecado ni a fracasar en nuestras intenciones, pero con la vista siempre puesta en ese horizonte de perfección espiritual y humana.
FRAN AUDIJE
Fotografía: Facebook.
Madrid, España, 9 de mayo del 2025
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
Descubre más desde REVISTA UNIDAD PARLAMENTARIA
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
