“La emoción que entraña la corrida de toros, ese drama del atardecer, –y también su inagotable significado- reside en la unión de los contrarios: nupcias del valor y del arte, del miedo a morir con el ansia de belleza”. Francis Wolff. «Seis claves del arte de torear»
En ese sentido hay algunos aspectos que permiten ilustrar lo que Heidegger escribió, decía el filósofo de la Selva Negra que con el miedo quedamos focalizados. En efecto el objeto amenazando te convierte en el blanco, en la diana. De verdad hay ahí una focalización, es a ti al que va dirigida, en ese momento tu quedas desprendido de todo lo que eres. En ese miedo ya no es relevante tanto si eres arquitecto, músico, filósofo, tienes tres coches o cuatro doctorados, quedas reducido a tu condición de algo que tiene que seguir viviendo, porque ese seguir viviendo es la manera en la que asume su condición, es decir, hacerse cargo de sí mismo, de manera que tengo que superar ese temor, esa amenaza, porque tengo que seguir viviendo, porque ese seguir viviendo es la manera en la que asume su condición, es decir, hacerse cargo de sí mismo, de manera que tengo que superar ese temor, esa amenaza porque tengo que seguir viviendo.
Una cosa es el valor y otra no tener miedo.
Según Aristóteles no se puede llamar valiente a quien no siente miedo. Sólo es valiente el que mira al peligro cara a cara, con miedo, pero sin retroceder.
También hay un fenómeno, aquel donde hay espectadores que asisten al espectáculo del miedo en el otro, pero nosotros no podemos liberar al torero de su miedo. Heidegger dice que no podemos quitarle el miedo al otro, es una circunstancia que sólo vive alguien en esa situación. Los peones no le quitan el miedo al torero, alivian las circunstancias, pero el miedo no. No se trata de dame tu miedo para que tu tranquilidad sea absoluta. Mantenemos una relación constitutiva, no podemos delegar el miedo.
Estamos hablando de un laberinto, de la soledad del torero en un espacio tremendo como es el ruedo, la arena toda, donde al final está focalizado en los dos efectos: amenazar y atemorizar. Es muy claro, queda desprendido de todo. Es una lucha estética entre esos polos constitutivos que es la manera de elaborar la muerte, la belleza, la vida, el miedo. Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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