EDUCACIÓN Y RESPETO

Muchos de los conflictos que se generan en la sociedad, podrían evitarse con facilidad si tan solo conserváramos ciertos hábitos esenciales de educación, principalmente aquella educación basada en el respeto de las personas, solo por ser personas, independientemente de cualquier otra característica que pudiera definir a unos u otros, fuera de tipo social, profesional, religioso, político, de género, etc.

Lo primero que somos, antes de cualquier contingencia, es personas, y las personas merecemos un trato humano, por encima de cualquier juicio o prejuicio que mereciera nuestra condición en la vida.

Estamos hablando, por supuesto, de los derechos humanos, mucho más fáciles de asumir y de contemplar, desde el momento que la ética significa un valor sólido, y al que le damos importancia a la hora de caminar por el mundo.

Los derechos humanos y la ética, no son valores disociados o independientes, sino que se encuentran bastante relacionados. Un derecho es un valor estable, que otorga un poder activo o pasivo a la persona. La ética es un valor dinámico, que debe acompañarnos a todos a la hora de la convivencia, para que nos sea posible respetar los derechos de unos y de otros.

No olvidemos algo esencial: que solo en el respeto de los legítimos derechos, se produce la paz y la concordia, y solo en la paz y en la concordia sociales, les es posible a los pueblos desarrollarse y prosperar.

Ser educados, lo que, en definitiva, significa la ética, no es simplemente saber decir “por favor”, “gracias”, o “perdón”, sino convertir estas palabras básicas de la educación, en realidades que marquen nuestro comportamiento, a la hora de tratar a los demás.
“Por favor”, implica que solicitamos permiso para algo, y que si ese algo nos es denegado, nos aguantamos y tiramos para otro lado, sin mayores consecuencias. “Gracias”, implica ser agradables cuando se ha mantenido cualquier tipo de atención hacia nosotros. “Perdón”, es disculparse por cualquier forma de error o de daño que pudiéramos haber cometido hacia los demás, o que pudiera haber afectado a otros. El perdón que pedimos a solicitamos, se hace mucho más valioso, cuando tratamos de compensar o de arreglar el desaguisado que pudiéramos haber provocado.

Comentario especial, requiere una falta ética, muy frecuente en las posiciones de preeminencia, o de poder, sobre los demás o sobre ciertas personas. Se trata del abuso: abusar de otro o de otros, siempre tiene una causa muy clara, y es la cobardía de aprovechar que puedo hacer daño, sin padecer consecuencias, a priori.

El que abusa, suele ser alguien con muy poca educación, ciertamente, es decir, con débiles principios éticos. Lo contrario de abusar, sería echar una mano, o tratar de ayudar a los que son más débiles o están desvalidos. Entre la actitud del abuso, y la del que auxilia, existe una radical diferencia, y nos está hablando de calidades muy distintas de personas. El que abusa, podría calificarse como canalla, miserable, necio, etc; mientras que el que auxilia puede llegar a ser considerado un héroe.

El abusador es un destructor social, mientras que el auxiliador, construye sociedad, y la fortalece con su ejemplo, puesto que otros podrían aprender a seguir este tipo de comportamientos tan edificantes, en todos los sentidos, puesto que ensanchan el espíritu del que auxilia, salvan al que es auxiliado, y provocan bienestar en la sociedad, al multiplicarse los comportamientos similares.

FRAN AUDIJE
Madrid, España, 14 de julio del 2025
Fotografía Facebook
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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