El político uruguayo, fallecido en mayo de este mismo año, a los 89 años de edad, ha supuesto para el mundo del poder en las naciones, un auténtico contrapunto, o excepción al costumbrismo del que suelen hacer gala los políticos en inmensa generalidad.
Mujica, o Pepe Mujica, como fue popularmente conocido, se caracterizó por ser un hombre de pensamiento, y de coherencia con las ideas que exponía, y que llamaban la atención. En tal sentido, nuestro hombre encajaba plenamente con el retrato de político realizado por filósofos clásicos, como Platón o Aristóteles, que aconsejaban reservar la dirección política de las naciones a los filósofos.
Pepe Mujica era descendiente de vascos, por parte de padre, y, por la parte de su madre, llevaba sangre italiana. La familia del laureado político uruguayo, tuvo siempre vínculos con el poder, participando activamente en la política de su país.
En 1964, con motivo de la dictadura, se echa al campo, para participar en la guerrilla de oposición al régimen, integrando el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Es herido en diversas ocasiones, y confinado en prisión durante distintos períodos, hasta 1985, cuando llega de nuevo la democracia, y es amnistiado.
Desde entonces va a participar en la política uruguaya, donde es nombrado ministro de agricultura, alcanzando la presidencia de la República del Uruguay, el 25 de octubre de 2009, cuando es votado por más de un 50% de la población.
Mujica, y su mujer, Lucía Topolansky, nunca habitaron el Palacio presidencial, y aprovecharon al máximo sus propios recursos, tratando de ocasionar el menor gasto posible al Estado. Todo por decisión propia, y, como comentamos, en completa coherencia con el pensamiento manifestado.
Por otro lado, fue llamativo que uno de los ejes principales de su gestión política, consistiera en acabar con la indigencia y el sinhogarismo. En tal sentido, asombraba que el presidente Mujica donara el 90% de su sueldo, para destinarlo a organizaciones humanitarias.
Otras actuaciones destacadas durante su presidencia, consistieron en la legalización y regulación de la venta de la Marihuana, así como una política de colaboración con Argentina, entonces gobernada por el kirchnerismo, del que tanto apoyo recibiera Mujica.
José Mujica reconoció públicamente, la responsabilidad del Estado uruguayo en las violaciones de los derechos humanos, perpetrados durante la dictadura, a la que él mismo combatió desde la guerrilla, y por la cual vivió tantos años encarcelado.
Es aleccionadora aquella máxima de Pepe Mujica, cuando afirmaba que «la política es para servir a tu país, no para hacer plata». En definitiva, nos hemos encontrado en el político ejemplar uruguayo, probablemente a la mejor definición práctica, de lo que debe ser un político demócrata, tanto por su buen corazón, como por la coherencia que supo desplegar, y por su carácter sobrio y humilde, que le llevara a una frugalidad ante las cosas materiales, y a una honradez extrema, en una nación, la uruguaya, tradicionalmente caracterizada por la corrupción, y por los abusos de poder, como es corriente en la mayor parte de la América de habla española, así como en gran parte del mundo.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 19 de julio del 2025
Fotografía Facebook.
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