EL AMOR LIBRE

El amor siempre debería ser libre, y siempre se debería guardar un completo respeto hacia los sentimientos de unas personas con respecto a otras.

El amor, en sentido amplio, puede llegar a abarcar las relaciones meramente sexuales o promiscuas. Pero en un sentido estricto, el amor es un sentimiento profundo hacia otra u otras personas, e, incluso, hacia determinados entes, como tu país, tu pueblo, tu Colegio, etc.

En cualquier caso, el amor, como decimos, se debería respetar por sistema, puesto que entraña, en toda la casuística posible, una realidad que procede de la intimidad de las personas, y, como tal, es un tema estrictamente personal, que atañe al terreno de la libertad y de la auto realización de cada uno.

La libertad comienza a fraguarse en la intimidad de los seres humanos, por eso resulta de vital importancia que se permita una total autonomía en los asuntos que son íntimos y personales. Dejar de guardar respeto hacia la intimidad de alguien, sería violar un derecho humano imprescindible. E imprescindible, porque el respeto de la intimidad es la base de todos los demás derechos humanos. Sin intimidad, no es posible preservar la dignidad de las personas, y nos convertimos en esclavos.

Aquel que no sabe o no quiere, respetar las decisiones de los amantes sobre la relación que desean mantener, es un tirano, y, como tirano, perpetrará toda clase de canalladas y de miserias, cohibiendo el derecho a amar a quien nos plazca, sin necesidad de emitir mayores explicaciones a nadie, puesto que los sentimientos amorosos, o de otro tipo más materialista, como los promiscuos, o meramente sexuales, solo los puede explicar nuestro corazón, u otro tipo de órganos corporales.

De todos modos, la realidad es que el ser humano, es un ser de amor, porque necesita sentirse querido y apreciado por sus congéneres. Aquel que no es aceptado por la sociedad, o por una parte de la misma, se vuelve infeliz, y nota una amargura difícil de capear o de gestionar. No existe mayor drama que el desamor de los que te importan, hasta tal punto de que mucha gente pierde la vida por razones como esta.

Vivir sin amor, o sin ser amado, es la peor de las infelicidades, hasta el extremo de que nos puede trastornar mentalmente. Y ya no solo de los demás hacia nosotros, sino que, también, el hecho de no poder amar a otras personas, o de que nos obliguen a hacerles daño, es una causa de trastorno psíquico probable, como, por ejemplo, en las conflagraciones bélicas, cuando muchos excombatientes requieren terapias de reparación psicológica.

Uno de los factores que definen el desarrollo de las naciones y de los pueblos, es esta que estamos defendiendo: la capacidad para respetar la libertad del amor, el respeto por la intimidad de los ciudadanos y de los vecinos. Que nadie venga ordenando a nadie, con quien se tiene que amar, o con quien se tiene que acostar.

En el momento que se nos imponen las relaciones íntimas con los demás, ya fueren amorosas, propiamente dichas, o con otro carácter cualquiera, nos estarían convirtiendo en esclavos, mancillando nuestra dignidad humana, por tanto, dicho trato equivaldría a matar a una persona, puesto que anulas su derecho más fundamental para la libertad, y para acceder a la felicidad posible en este mundo.

FRAN AUDIJE
Madrid, España, 26 de julio del 2025
Fotografía Facebook.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa


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