En las democracias con cierto bagaje, o añejas en años de vida, podríamos entresacar una característica muy recomendable para las democracias en vías de formación, siendo la misma, en resumen, la siguiente, según este lema: “En política nada se dá ni se quita, sino que se respeta lo establecido por la ley”.
Las mentes puramente demócratas, deben su estado a esta mentalidad de predominio constante de la ley, sobre cualquier tipo de actuación arbitraria del poder. Porque la arbitrariedad en política, si el sistema de funcionamiento es la democracia, significa, ni más ni menos, un abuso de poder. Todo lo que sea operar al margen de las leyes, es, claramente, corrupción.
Existen lugares donde la idiosincrasia del pueblo le otorga bastante valor a lo establecido por la ley, pero, de la misma forma, existen pueblos donde la ley es una mera referencia. Los primeros son considerados por los segundos, como naciones cuadriculadas, en un plan despectivo, puesto que todo se hace de acuerdo a previsiones legales. En cambio, para los primeros, el segundo caso es de desorden y de una completa falta de respeto hacia los demás.
Las naciones donde la ley tiene poco valor, y donde cada ciudadano va por su cuenta, como aquel que, si no corre, vuela, suelen estar al Sur, y tienden a improvisarlo todo. Existe un orden, cómo no, pero viene marcado, no por acuerdos ciudadanos reglados, sino por una especie de mafias, o de caciques, que son los que dictan indirectamente cómo se han de hacer las cosas. Como hemos dicho, la ley es una referencia, a la que te puedes acoger o no, según las circunstancias.
Por el contrario, las naciones donde la ley “va a misa”, en elocuente expresión española, son lugares donde existe una seguridad jurídica, muy tranquilizadora para los inversores, puesto que saben bien donde meten su dinero, y los cálculos de cara a los beneficios, y otras contingencias empresariales, son fáciles de hacer, sin temor a equivocarse, puesto que todo se atiene a lo establecido por las leyes, que, a su vez, suelen provenir de Estados bastante equilibrados y estables en política. Estos últimos, suelen estar al Norte.
El predominio del lema anteriormente expuesto: “En política nada se dá ni se quita, sino que se respeta lo establecido por la ley”, podría ser la clave para las distintas velocidades de desarrollo entre los citados pueblos o naciones del Sur y del Norte. Se trata de un lema que define a la democracia y al Estado de Derecho, caracterizado en los viejos Estados demócratas por un escrupuloso respeto hacia la autoridad ejerce la ley.
El hecho de que cada vez que llega una crisis a Europa, los estados del Norte se vean obligados a salir en rescate de los Estados del Sur, guarda una íntima relación con el anterior lema, puesto que tanto unos como otros cuentan con leyes que permitirían hacer previsiones, de modo que las crisis no nos pillen desprevenidos, y nos dejen al pairo. Sin embargo, estas leyes no son igual de eficaces en un caso como en otro, de ahí el hecho de que las casas del Norte sean de ladrillo, y con buenos cimientos; mientras las casas del Sur siguen siendo de barro. Llegados los vientos huracanados, unos aguantan sin que tengan que lamentar mayores consecuencias; pero los otros se quedan sin casa, porque, con el más leve soplo, aquel endeble barro, se desmorona, dejando a sus pobladores a la intemperie, soportando los vaivenes de los indomables vientos.
FRAN AUDIJE
Madrid, España, 1 de agosto del 2025
Fotografía Facebook.
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