JOEL ORTEGA JUÁREZ
Ciudad de México 13 de agosto 2025

Lo que tenía que pasar pasó, una situación donde se establece un falso dilema: el derechismo más extremo o el izquierdismo de los redentores millonarios.
Argentina es el ejemplo paradigmático: decenios de políticas de subsidios a costa del erario llevaron al país a la quiebra y ante ello surgió la propuesta delirante del “libertarismo” de Milei, enarbolando las tesis del combate a los políticos, a la casta, al estatismo desastroso, rechazando a los impuestos, al “modelo” del “estado de bienestar. Una inmensa mayoría se volcó a su favor.
Eso mismo, en esencia, ocurre en Francia, Italia, Austria, Hungría, Turquía e incluso en el paradigma socialdemócrata Finlandia.
En México en 2018 se consumó un largo proceso, de casi un siglo, donde los vaivenes de disputa entre la izquierda de la Revolución Mexicana y la independiente, terminó imponiéndose la devoración de la independiente por la estatista nacionalista bajo las siglas PNR, PRM, PRI hasta desembocar en un mazacote en MORENA.
El “debate” actual no es algo constreñido a lo “electoral”. Está en disputa en realidad, si se implanta el “modelo” castrista de partido de estado, desaparición de la división de poderes, liquidación de la incipiente república democrática bajo la “teoría” de la soberanía popular” expresada en el mandato del pueblo el pasado 2 de junio del 2024. Bajo esa premisa tiene lógica implantar la aplanadora, eliminar el modelo tibio de la llamada transición de 300 diputados de mayoría y 200 de representación plurinominal con fórmulas matemáticas muy enredadas, donde se conformó un modelo de estímulo a las burocracias de los partidos, se impuso un subsidio impresionante a los partidos. Todo eso lo dice combatir la reforma propuesta por Sheinbaum en lugar de establecer la representación proporción al directa, como algunos hemos insistido a lo largo de más de 40 años. Tal como la implantamos en el SPAUNAM, el STUNAM e incluso en el PCM donde fuimos derrotados.
La manipulación del rechazo, bien merecido a la partidocracia, a la que pertenecen los principales encargados de la reforma de Sheinbaum, la disminución o incluso la eliminación de los ostentosos subsidios a las “camarillas” de los partidos; todo eso se puede realizar sin tener como central la eliminación de las minorías.
La verdadera intención de MORENA y Sheinbaum es implantar el modelo cubano-soviético.
Ante eso la derecha anticomunista tiene una campaña desaforada.
No es necesario caer en esa falsa dicotomía.
Es perfectamente posible combatir al modelo totalitario, dictatorial soviético, cubano al mismo tiempo que se sostienen los ideales anticapitalistas y libertarios.
Mi militancia en el PCM fue siempre contra la dictadura soviética y castrista, pero también contra la dictadura perfecta del PRI .
No ha sido nunca una verdadera opción el mantener posiciones “testimoniales”, “doctrinarias” el estilo de los grupúsculos marxistas. Siempre es necesario actuar en función de la lucha política concreta, planteando opciones que sean viables y no meros gritos panfletarios en el rincón más oscuro y solitario de la sociedad, esas posiciones se convierten en cómplices de las políticas reaccionarias. Así fue durante la era priista y se vuelve a repetir en la era de la llamada Cuarta Transformación.
En esta situación es necesario plantear propuestas de reforma política que consigan el apoyo de sectores democráticos de diversas raíces sociales , políticas e ideológicas. La suma de todas las fuerzas contrarias a la desaparición de la república democrática debe intentar salir de las élites que fueron hegemónicos en el IFE e INE, aunque no debe prescindir de ellos.
No sirve de nada caer en el juego del gobierno, considerando que su naturaleza de “izquierda”, del pasado comunista de muchos de sus actuales operadores, debe combatirse con un discurso anticomunista. Esa sería una política muy absurda, aunque para los operadores del gobierno no exista lo absurdo.
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