Por: Gonzalo E. PANIAGUA DÍAZ
Ciudad de México a 24 de agosto del 2025
A muy corta edad me llamo la atención la tecnología, empezaban las computadoras personales y me compre mi primera computadora de escritorio, la cual no contaba con Windows, tenia que cargar con mi Diskette de 5 ¼ que tenía guardado MS-DOS, Works, Lotus 123, Cobol, etc. En 1994 me invitan a colaborar en el comité organizador del Festival Internacional Cervantino, para lo cual entre a un curso en lo que fue BANOBRAS, en donde conocí a un gran amigo hasta la fecha, fue mi profesor y se dio cuenta de las habilidades que tenia para compartir mis conocimientos, ya que ayudaba a mis compañeros a aclarar sus dudas cuando no entendían la clase, cuando terminé mi curso mi profesor me dijo que, si quería dar clases, le avisará, yo le respondí: “No sirvo para dar clases”.
Trabajo, Festival Internacional Cervantino, diciembre 22 de 1994, Zedillo (expresidente del PRI, 1994 – 2000) devalúa la moneda y se presenta una de las crisis económicas más severas de nuestra historia (los suicidios eran comunes en las noticias), me toca despido, ya que la cultura era la más castigada en cuanto a presupuesto federal, llame a mi ex profesor y actualmente amigo, solicitando un trabajo, me ofreció de maestro, le repetí mi respuesta anterior; “No sirvo para dar clases”
Entre como asesor en el proyecto de modernización de los Estudios Churubusco Azteca en enero de 1995, afortunadamente, ya que la crisis económica era muy severa, finaliza el proyecto y empiezo la búsqueda de trabajo en Julio de 1995, después de varios intentos frustrados, hablo a mi ex profesor y me ofrece la misma opción, le repito mi respuesta.
Agosto de 1995, sigo sin encontrar trabajo, en un momento de desesperación le hable a mi amigo y le dije: “Busco trabajo de lo que sea”, ya que al ser maestro del Instituto Politécnico Nacional tenia muchos contactos en el campo de la docencia, y me dijo que buscaban un maestro en un Centro Cultural de renombre al sur de la Ciudad de México, comencé el proceso de selección y les gusto mi forma de ser, claro que no sabían que era muy introvertido, me dieron fecha para mi primera clase.
Hace 30 años
Fecha 24 de agosto de 1995, hora 18:00 hrs. Lugar Centro Cultural San Ángel, inicie mi primer clase como profesor con un pánico que me impulsaba a salir corriendo del salón y renunciar a este reto, un joven de escasos 22 años en un grupo de 16 adultos que sentía que me observaban con tintes de jueces, claro que me estaban evaluando, en ese momento no sabía que me tenían a prueba y había una persona del Centro Cultural, termine mi clase, salieron los alumnos y me pidieron que esperará en el salón, en las oficinas estaban entrevistando a los alumnos para saber sobre su opinión acerca de mi clase, después de más de media hora me llaman de la coordinación de extensión académica y me comentan que me estaban evaluando, que había pasado la prueba, me quedaba a dar la clase de la 20:00 horas, durante 3 años cada que empezaba un grupo me daba pánico, con el tiempo se me fue quitando lo introvertido y con un claro compromiso con cada uno de los alumnos que he tenido en toda esta maravillosa aventura, cuanto alumnos, no sé, pero si puedo decir que han pasado miles por mis clases (presenciales, en línea, particulares).
30 años después
Actualmente he reflexionado sobre ese gran reto que por circunstancias del destino me vi obligado a tomar, DIOS, la Vida, el Destino, como lo quieran ver, sabían del don que tengo de poder transmitir mis enseñanzas y me obligaron a tomar este camino el cual me ha dado tantas satisfacciones, experiencias, aprendizajes y sobre todo personas que no hubieran sido posibles si hubiera tomado la decisión de dejar este reto, en la actualidad me apasiona dar clases y lo disfruto enormemente, también he tenido experiencias dolorosas como la partida de este plano de personas que conocí como alumnos y formaron parte importante de mi historia y crecimiento personal y profesional, una vez que me di cuenta que podía con los retos que me provocaban pánico, he tomado diferentes decisiones que han tenido éxito y me han proporcionado experiencias que me han servido para mis clases actuales.
Para cerrar
Puedo cerrar esta remembranza con una reflexión: Mi experiencia me hace estar totalmente seguro sobre la frase “Nunca es tarde para aprender” he tenido alumnos de diferentes edades, la alumna con más edad tenía 88 años y logré que aprendiera, fue una de mis grandes satisfacciones, en la Universidad tuve compañeros que pasaban de los 50’s, y yo no dejo de aprender y como estas, tengo tantas historias para contar. Por lo que puedo decirles:
“NUNCA DEJEN DE APRENDER”
Gonzalo Paniagua Díaz es profesor y asesor de Recursos Humanos y ofimática con 30 años de experiencia como docente en diferentes áreas.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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