Nelson Acosta Espinoza.
Venezuela 2 de septiembre del 2025
Son incontrobertibles los cambios que han de suceder en el país.
Modificaciones que afectarán su condición política, social, económica, cultural y pondrán en jaque el libreto bolivariano y socialista.
Debo admitir. No es posible conocer de antemano la direccionalidad que asumirán esas mutaciones. Su orientación dependerá de circunstancias (políticas, culturales, económicas y discursivas) que prevalezcan en el momento y de la conducta que exhiban los actores en el marco de ese contexto.
Por ejemplo: correlación de fuerzas, capacidad para concitar acuerdos, claridad y consistencia de las apuestas en juego, presencia de un liderazgo que intérprete adecuadamente la coyuntura y sea portador de una visión que se distancie de las experiencias políticas pasadas y la capacidad de «aguante» del madurismo .
Me parece provechoso repasar o detenerse en ciertos momentos de la historia política de países de nuestra comunidad.
Experiencias que proporcionan enseñanzas útiles y muestran qué tan viable son determinadas opciones políticas y económicas.
Es obvio que me refiero al ensayo socialista que intentó poner en práctica Salvador Allende en la República de Chile. Este mes se cumplen 52 años de su derrocamiento mediante un golpe militar el 11 de septiembre de 1973.
El socialismo chileno intentó poner en práctica un conjunto de políticas que no eran viables y contribuyeron a generar la crisis que sacudió y acabó con esa esa experiencia de gobierno.
Déficit fiscal y pérdidas de reservas, desabastecimiento y racionamiento de la producción, nacionalización del cobre, expropiación de empresas y control sobre la banca, aumento del déficit fiscal e hiperinflación.
Esta deplorable situación aunada a una convulsa situación política y pérdida del respaldo de las Fuerzas Armadas dió al traste con ese régimen socialista.
Sin ánimo de exagerar me parece lícito homologar esa experiencia con la situación que en la actualidad atraviesa nuestro país.
Presentamos síntomas parecidos : devaluación, crisis de la industria petrolera, déficit fiscal, perdida del valor del salario, desempleo, erosión de los partidos políticos tradicionales, gerencia pública ineficaz y posicionamiento de los «peores» en el manejo de los asuntos públicos.
En fin, estamos bajo los efectos perversos del denominado socialismo bolivariano.
Cómo lo apuntamos, estamos experimentando una vivencia próxima a la acaecida en la sociedad chilena y de la cual la versión vernácula del socialismo no ha extraído ninguna enseñanza o aprendizaje.
La próxima apertura de un pórtico que abrirá un acceso hacia el futuro hace obligante estar atento y «beber» de esta trágica experiencia.
Lo que intento enfatizar es la necesidad imperiosa de poner distancia de la actual gerencia pública ajena y refractaria a la inteligencia y del talento ciudadano
Un hecho histórico al cual deberíamos posar atención (puede que a los ojos de muchos parezca sorpresiva e improcedente), es el gobierno de Juan Vicente Gómez.
Afirmación que demanda una aclaración. En ciertos círculos culturales y políticos se ha vendido una visión de Juan Vicente Gómez como la de un caudillo bárbaro carente de luces y aferrado al poder mediante el uso exclusivo de la fuerza bruta.
Visión que no se ajusta en su totalidad a la realidad. Ciertamente JVG fué un caudillo que ejerció el gobierno lejos de procedimientos democráticos (inexistentes en ese período histórico en el país).í
Sin embargo, consciente de su carencia de experiencia para gobernar, se hizo rodear de los intelectuales más prestigiosos del país. Asesorías que contribuyeron a la formulacion oportuna de políticas nacionales públicas.
He aquí algunos de los nombres de esos prestigiosos intelectuales: José Gil Fortoul, Pedro Miguel Arcaya, Manuel Díaz Rodríguez, Ladislao Andara, Pedro Emilio Col, Carlos F. Grisanti, Manuel Díaz Rodríguez, Pedro Cesar Dominic, Esteban Gil Borges, Pedro Itriago Chacin.
Contrasta esta voluntad de búsqueda y utilización del talento nacional con el desprecio hacia la inteligencia e intelectuales que practica el actual autoritarismo madurista.
Una prueba de este menosprecio se evidenció en el despido masivo del talento ( recursos humanos) acumulado en la industria petrolera y el fracaso de las políticas diseñadas para incentivar el desarrollo y aplacar los niveles de pobreza que arropa a la mayoría nacional.
Tenemos la paradoja de pasar de ser un país productor de petróleo y gas a uno exportador de recursos humanos, en especial talento juvenil.
La nueva clase política tendrá por delante la tarea de reconstruir el país y restaurar la fe y el obtimismo de la población.
Restablecer el *demos* ciudadano disuelto por la trivializacion de la política que ha operado en estas últimas décadas.
Es imperativo recuperar las virtudes cívicas que hacen del individuo un ciudadano participativo.
Aspiración que debe ser asumida con empeño por quienes aspiren reemplazar a estos bolivarianos socialistas.
No olvidemos «que la fatalidad de los buenos propósitos es que siempre se toman demasiado tarde».
Apresuremonos.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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