Los tiempos que estamos viviendo se caracterizan, en una medida desorbitada, por un creciente materialismo cuyos tentáculos llegan a los lugares más insospechados.
El culto por el cuerpo se hace cada vez más notable, y los gimnasios se han convertido en auténticos templos. Lugares donde se practican rituales de endiosamiento del nuevo «Becerro de Oro», según narra la Biblia la idolatría en la que cayeron los judíos, exhaustos y desalentados, al cruzar un desierto inhóspito, y sin aparente esperanza de encontrar una salida final.
Creemos que los nuevos tiempos de un materialismo tan absurdo, solo pueden haber sido impulsados por unos falsos mesías, igual de absurdos que sus impulsos y promociones en la sociedad.
Las Sagradas Escrituras, las enseñanzas de las Escuelas clásicas de filosofía, o la ética y la deontología profesional, han sido acalladas, como un incómodo cañón que hacía estragos en las líneas enemigas, es decir, entre las huestes satánicas y maléficas, contrarias al humanismo y al desarrollo de los pueblos en la justicia, la equidad, y el bien.
El panorama, como en la película de James Bond, otrora agente secreto que velaba por el triunfo de los buenos, es para matar, o, mejor dicho, para que nos maten con tanta institucionalización de la injusticia, puesto que, ahora, parece que robar el dinero de todos, no es tan malo, ni es tan grave.
Existen cosas peores que ser un ladrón de guante blanco, como sería desear formar una familia clásica, con hijos y los padres trabajando, pero, al mismo tiempo, preocupándose de la educación de sus niños. No, por favor, eso no… dejemos de atentar contra el derecho a la libertad de las personas, que no pueden estar siempre atadas, y necesitan probar múltiples experiencias, de modo que les sea posible saborear lo excitante de la vida.
Otra de las cosas que me llaman la atención, es el partido que han tomado algunos políticos por la intervención en la vida íntima de los ciudadanos. Está completamente fuera de las funciones políticas el sacerdocio laico, o religioso, me da igual. El político debe tener siempre a su cargo el servicio a la cosa pública, pero nunca tomar decisiones que atañen a lo más íntimo y personal, porque en ello radica la libertad de los ciudadanos.
También me parece erróneo, bloquear la oposición ciudadana al Gobierno de turno, anulando publicaciones críticas, o desincentivando iniciativas de otras alternativas ciudadanas, a las actividades promovidas desde la gobernanza de las naciones.
Porque el materialismo de estos tiempos, ha dejado de ser una opción, y ha pasado, ya casi, a convertirse en una obligación de todos, so pena de verse discriminado, y hasta maldecido y marginado.
Como decíamos, acordándonos del agente 007, no nos están matando a los discrepantes, de momento, pero tememos que llegue aquel día en que nos pidan por la calle la documentación del gimnasio, de nuestra orientación sexual, y el historial de parejas y coitos ejecutados. No digo ninguna barbaridad, y ya me gustaría estarme equivocando, antes de que me lleven a un psiquiátrico por creer en el Dios cristiano, apostólico, y romano.
FRAN AUDIJE
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