A veces, cuando caminamos por la vida, vamos mirando hacia abajo, y nos vemos los zapatos, los pantalones, la camisa… Nos puede dar la impresión de que el mundo se reduce a eso que vemos: nosotros mismos, nuestra manera de pensar y de concebir las cosas.
Pero, si levantamos la vista hacia el frente, podremos descubrir con toda seguridad, que el mundo es mucho más amplio: podremos ver árboles, animales, vehículos, edificios, caminos diversos, y personas que caminan por ahí también, y con las que nos cruzamos. Muy a menudo, todas esas personas que habitan el mundo, además de nosotros mismos, sonríen, lloran, tienen necesidades, y, siempre, siempre, esas personas se acercan a nosotros para decirnos algo.
¿Por qué las personas nos dicen cosas y nos transmiten mensajes y nos dan a conocer otras realidades?. Porque las personas tienen necesidad de nosotros y de los demás. Ningún hombre puede vivir sin comunicar lo que siente, ni puede ningún hombre vivir sin pedir o solicitar algo de los demás. Nos necesitamos los unos a los otros para poder alcanzar la felicidad, con todas las metas, una tras otra, que, a medida que vamos cumpliendo, contribuyen a nuestro desarrollo humano, a realizarnos como seres personales y sociales.
Por eso deberían ser siempre importantes las personas, todas y cada una, sin absolutamente ninguna excepción. Nadie puede llegar a ser alguien, a realizarse como persona, y como la persona que le exige su capacidad de ser, sin el concurso de toda la sociedad. Pero, claro, de una sociedad organizada para que sea posible la interactuación entre las personas que la componen, de modo que todos podamos ser felices, alcanzando los objetivos vitales humanos, que contribuyen al provecho propio de cada cual, y al de toda la sociedad en su conjunto.
Excluir a cualquiera de nosotros, discriminarlo, dejar de tratarle como una pieza humana más del engranaje social, será siempre una de las más sangrantes injusticias que se puedan cometer, porque estaríamos atando a esa persona y amordazándola, para que le sea imposible desplegar su necesidad vital de realización y de conseguir la felicidad, dentro de lo que es posible y cabe en este mundo mortal y limitado.
FRAN AUDIJE Madrid, España, 9 de septiembre del 2025. Fotografía Facebook. Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.@UnidadParlamentariaEuropa
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