PALESTINA Y ESPAÑA

Me alegra ver la solidaridad de tantos españoles, para con un pueblo débil, y últimamente vapuleado por una guerra, otra más, contra los vecinos israelitas, que también se defienden dentro de esa rivalidad por dominar el doble territorio israelo-palestino, aunque, en esta ocasión, debemos constatar la barbarie de los ataques israelitas, que se llegan a considerar un genocidio.

Está muy bien, y es excelente, que España proteste a nivel de Gobierno, y a nivel popular, por una guerra tan cruenta, cuyas imágenes llegan a dar grima, incluso. Cualquier guerra es indeseable, pero este desequilibrio en Oriente Medio es menos deseable aún, porque hablamos, además de la catástrofe humanitaria, de la zona donde se concentran las mayores reservas petrolíferas del planeta.

Desde mi punto de vista, tanto Israel como Palestina, deberían esforzarse por convivir pacíficamente, como ya lo hicieron ambos pueblos en un remoto pasado, anterior a la expansión en aquella zona del Imperio Romano. Desconozco bien las actuales circunstancias que rodean esta problemática, desembocando, una y otra vez, en guerras cada vez más destructivas, pero la reconciliación y la paz, siempre merece la pena acometerlas e intentarlas, mucho antes de liarse a manporrazos.

Debemos denunciar desde esta tribuna, no obstante, la estrategia del Gobierno español, por valerse del conflicto que nos ocupa, para correr un tupido velo sobre la fea situación que vivimos en España, propiciada por la propia irresponsabilidad y falta de patriotismo, del Gobierno español, empeñado en hacer reformas profundas en nuestra democracia, de modo que pasemos, sin las correspondientes consultas ciudadanas, prácticamente a una dictadura del señor presidente actual, Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Siendo esto malo y desleal, no sé si es peor aún, la situación económico-social que vivimos, fruto de una gestión en la que se prioriza el endeudamiento económico sin tino, el aumento de la presión fiscal, con repercusiones en la subida del precio de la vida, y una genérica promoción de la inmoralidad, a través del fomento de la prostitución, de la ideología de género, y del aumento de la inseguridad ciudadana.

Parece ser que, la Unión Europea, en su conjunto, pero como primer plano, Francia y Alemania, están en una delicada situación, hasta el punto de que van a poner en su final, el tan cómodo Estado del Bienestar, puesto que supone un gasto muy superior, a los ingresos que se obtienen. Dice el refrán que, «cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar».

Pero, en España, está todo tranquilo, demasiado tranquilo, a pesar de que están degenerando la democracia, sin consultas ni referéndum, y de que se ven nubes nada halagüeñas en el horizonte.

Palestina se ha hecho protagonista, para una España que podría vivir una catástrofe, en no tardando demasiado, puesto que se está siendo poco exigentes con nuestros gobernantes, y más bien nos esforzamos por tapar sus defectos e incompetencia.

FRAN AUDIJE


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