Nelson Acosta Espinoza.
Venezuela 17 de octubre del 2025
«La historia se repite dos veces: primero como tragedia y segundo como farsa».
Frase acuñada por Marx en «El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte».
Un pequeño libro, pero de una gran influencia en el pensamiento y la acción política de su época.
Escrito para contrastar la grandeza del primer Bonaparte (Napoleón I) con la imitación menos exitosa y burlesca de su sobrino Napoleón III. De estas permutas nosotros tenemos
experiencia.
El español Juan Santayana (1863-1953) filósofo, poeta y ensayista. Escribió, igualmente, una frase memorable:
«Quiénes no pueden recordar el pasado, están condenados a
repetirlo».
Ambas sentencias, a pesar de la distancia histórica describen lo que hemos estado viviendo los venezolanos en las últimas décadas.
¿Recordamos el pasado?
¿Repetiremos la historia como tragedia o farsa?
¿Hemos aprendido?.
Nuestra experiencia ha puesto al descubierto la verdad contenida en esas sentencias: lo falaz de repetir lo yá experimentado.
En nuestro caso, la tragedia se hizo acompañar de la farsa.
A lo largo de las estas últimas décadas se han ofertados distintos programas para enfrentar una realidad que yá anunciaba su lado oscuro y demandaba con fuerza romper con las «rutinas» ya experimentadas y proceder a implementar reformas institucionales acordes con los cambios
esperados.
El segundo gobierno de CAP intentó un cambio de la política económica. La denominó «El Gran Viraje».
Consistió en un paquete de medidas destinadas a detener la inflación y el deterioro de la economía .
Se le calzó el término «Gran paquetazo » y le endosaron la causa de los graves disturbios (el caracazo) ocurridos en el año de 1989.
Los viejos hábitos de la clase política se pusieron en juego y opusieron resistencia a lo cambios implícitos en el ‘Gran Viraje».
Apostaron por su fracaso y defenestraron a Carlos Andrés Pérez de la Presidencia.
En el marco de este ambiente político tóxico y bajo el impacto de la violencia del «caracazo» un distinguido número de intelectuales elevaron a la consideración de los poderes constituidos un conjunto de propuestas para una salida a la crisis institucional que padecía el país.
Tres fueron los petitorios firmados por este significativo número de hombres de pensamiento y académicos universitarios.
Desafortunadamente, sus solicitudes no fueron procesadas ni atendidas.
Uno de sus firmantes, Arturo Uslar Pietri alertó sobre la posibilidad cierta de que se produjera un golpe de estado.
No se equivocó.
Un Senador y futuro Presidente sentenció, «Es difícil pedirle a un pueblo que se inmole por la libertad y la democracia, cuándo piensa que la libertad y la democracia no son capaces de darle de comer».
La mesa estaba servida y los comensales (militares ) atentos para degustar sus manjares. Y, cómo se predijo, han estado degustando hasta hoy día los convites públicos.
No sé equivocó el Presidente Caldera, con aquella afirmación pronunciada en la Cámara del Senado.
Descalificación que le proporcionó legitimidad al zarpazo institucional y lo refrendó con la amnistía que concedió a los perpetradores.
Agenda Alternativa Bolivariana. Está fué la propuesta diseñada para hacer frente y superar la crisis generada por la supuesta aplicación de políticas neoliberales recomendadas por FMI que empobrecieron al pueblo, endeudaron a la Nación y privatizaron empresas estatales.
La Agenda Bolivariana se propuso elevar, a corto plazo, el nivel de vida de la población venezolana.
Se aspira transitar hacia «la utopía concreta, el sueño posible».
No fue sueño, pero sí pesadilla que se expresa en la actualidad con la inflación más alta del mundo e índices de pobreza que alcanzan a la mayoría de la población.
«Venezuela tierra de Gracia». Propuesta que encabeza María Corina Machado.
Estos son los ejes de su apuesta: libre desarrollo del individuo, Estado al servicio del ciudadano y economía de libre mercado.
Desde luego, es mucho más rica y alcanza mayores niveles de desagregación que esto tres parámetros.
Me interesa resaltar es la diferencia radical con los enfoques asistencialistas de raigambres populistas que están y estuvieron presentes en las anteriores administraciones y que con el socialismo alcanzaron un nivel de distorsión único en la historia política y económica del país.
Efecto, inevitable, de este modelo socio económico bolivariano del siglo XXI.
En esta ocasión, los demócratas estamos del lado correcto de la historia. Atrás han de quedar sepultadas las experiencias políticas y económicas responsables de la dramática situación en la que nos encontramos.
No podemos equivocarnos. Tampoco ceder ante pretensiones restauradoras y estar atento ante lisonjas circunstanciales del madurismo .
Éstas están hoy día muy presentes.
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa
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