PRELUDIO A LA SIESTA DE UN FAUNO

En la mitología romana, el fauno era un ser o dios, que habitaba los bosques. Se le asociaba con lo caprichoso y lascivo. Persiguiendo a las ninfas de los bosques, y gustoso de asustar, divertidamente, a los incautos que se internaban entre la floresta.

Cuando alguien, en sueños, recibía algún tipo de oráculo sobre el futuro, se decía que los faunos le habían susurrado al oído esta avanzada sobre el porvenir.

Los faunos eran representados con un cuerpo mitad humano, mitad cabrío, desde el intermedio de la cintura.

El genio modernista francés, Claude Debussy, dedica una de sus obras musicales más emblemáticas, a estos magníficos seres mitológicos romanos, que vivían como los verdaderos reyes de los bosques y de las sierras, montando a las bellas ninfas continuamente, y recorriendo la campiña a placer. La música de Debussy, nos traslada, quiero interpretar, a un momento de sosiego de uno de estos seres vividores, cuando, tras sus correrías clásicas, en caza de los placeres silvestres, ya exhausto, se entrega en las sosegadoras manos de Morfeo.

Morfeo, los faunos, los oráculos del futuro, las ninfas de los bosques… la siesta, en una pretendida tarde veraniega, después de hacer el amor.

Todos estos ingredientes mitológicos, me llevan a la política española, donde existen algunos seres con aires divinos, que parecen haber recibido oráculos de grandeza, en una misión salvífica, no digo ya de España, sino del mundo universal, o cosmológico. Alguien dijo: “Piensa mal, y acertarás”, por eso llegamos tan lejos en nuestros juicios.

Pero, también se dijo: “No juzgues, y no serás juzgado”, por eso, precisamente, nos dedicamos a juzgar a quienes, previamente, nos juzgan ilegalmente a muchos de nosotros, y nos condenan, bajo no menos ilegalidad.

Recuerdo una lección de la película de 1992, sobre el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, “1492, la conquista del paraíso”, en la cual, uno de los protagonistas, le dice a otro personaje: “En el poder, lo que se da con facilidad, se quita con la misma facilidad”. Puede que esta sea una de las esencias del poder, al estilo de los faunos, claro está. El estilo demócrata, en la política, es muy distinto: “Lo que se da o se quita, no se hace a capricho, sino bajo criterios legales, refrendados por los ciudadanos, que son los soberanos de la nación”.

Una de las características de los faunos, es que se tomaban la justicia por su mano, puesto que, en los bosques y las selvas, no existía otra autoridad que la suya. Las ninfas estaban a su merced, y las alimañas les obedecían dócilmente. Pero no estamos en una selva, en España, al menos en la teoría, sino en una democracia europea, que debería anteponer los intereses ciudadanos globales, a los de sus dirigentes en particular.

Dejemos de ser faunos en la política, y dediquémonos a servir a España y a los españoles. Abandonemos esa siesta gozosa del fauno de Claude Debussy, y despertemos a la realidad de que España, nuestro país, se hunde por la irresponsabilidad soñadora de una grandeza imposible, si dejamos de actuar con responsabilidad democrática, que es lo que los españoles hemos manifestado que deseamos para nuestro país, desde 1978, hasta ahora mismo.

FRAN AUDIJE

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores. @UnidadParlamentariaEuropa

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