Ciudad de México 3 de noviembre del 2025
En la cotidianidad de nuestra existencia observamos únicamente la apariencia de las cosas, su forma superficial; sin profundizar en sus elementos y partes integrantes, en las interrelaciones e interacciones, en las causas y efectos. Muchas veces tampoco alcanzamos a identificar la intencionalidad comunicativa; es decir, los intereses políticos, económicos o de control ideológico-mental que se ocultan tras las declaraciones retóricas.
Tuvo que ocurrir el trágico asesinato de un joven estudiante en el Colegio de Ciencias y Humanidades –a quien sus padres emocionados enviaron a la Universidad con la esperanza de verlo triunfar, no para que se los entregaran en un ataúd–, para que todo mundo se preocupara por la inseguridad y la violencia en la máxima casa de estudios.
El documento Reflexión profunda y voluntad de cambio para encarar la crisis en la UNAM que firman más de 700 académicos, incluyendo exlíderes del Consejo Estudiantil Universitario, expone algunos puntos programáticos que podrían unificar a la comunidad para salir del estancamiento en el que se encuentra: la falta de participación de universitarios en las instancias de toma de decisiones, sus obsoletas estructuras de gobierno, el anquilosamiento de la burocracia y la precarización de los profesores de asignatura. Otro documento firmado por 400 académicos habla del “asedio a la UNAM”, reconoce la problemática, pero no explica las causas ni da soluciones. A su vez, la asamblea tripartita del CCH Sur (20.10.25) –que reunió a unos cien integrantes de una comunidad de 13 mil estudiantes, profesores y trabajadores, por lo cual no tuvo representatividad alguna– también recogió algunas ideas que hemos ido aportando todos para beneficio de la comunidad: Más y mejores medidas de seguridad, más elementos para atender la salud mental, funcionamiento de todas las instalaciones del colegio, más plazas para trabajadores, más plazas de tiempo completo para profesores.
Sin embargo, saltan a la vista cuestionamientos que no tendrían mucha importancia si no estuviéramos en tiempos de cambios en las direcciones de las escuelas y en la Dirección General del CCH, y si no estuviéramos hablando de la preocupación que todos tenemos en contra de la violencia en la UNAM. Por ello nos limitaremos a plantear una serie de inevitables preguntas retóricas, sin otro interés que fomentar una participación reflexiva y crítica:
- ¿Por qué paralizar las escuelas en lugar de organizar la defensa de la UNAM con actividades académicas presenciales –como lo exigen la mayoría de estudiantes y padres de familia– que es donde los universitarios podemos seguir preparándonos, analizar la realidad, deliberar y proponer alternativas?
- ¿Si estamos en contra de las prácticas impositivas, autoritarias y violentas, por qué la carta que llaman a firmar profesores que fueron del CEU justifica a “los encapuchados violentos” que han paralizado las escuelas contra la voluntad de las mayorías? ¿Por qué no se mencionan los asaltos y destrozos que cometieron el 2 de octubre en el centro de la ciudad e incluso en la UVA Tlatelolco? ¿Por qué no se exige investigar quienes están tras las amenazas de bombas y de los grupos provocadores que pretende generar pánico, si éste es un clamor que estudiantes y profesores han expresado en asambleas?
- ¿Desconocen las agresiones violentas que desde 2022 se han agudizado en los CCH y preparatorias, caracterizados por el asalto a las escuelas por pequeños grupos sin consultar democráticamente a la inmensa mayoría de los universitarios? ¿Desconocen que estos colectivos sobre todo de ultrafeministas, han golpeado a maestros, maestras y padres de familia? ¿Desconocen los asaltos a mano armada con garrotes, machetes y explosivos en Azcapotzalco y Naucalpan; desconocen los destrozos que han causado en instalaciones de la UNAM?
- ¿No han percibido la alianza de falsos anarquistas, falsas feministas y narcomenudistas para imponer todo tipo de comercio en cubículos y pasillos de la Universidad? ¿Desconocen el papel del Bloque Negro en las prácticas delictivas y de distribución y consumo de drogas en la UNAM? ¿Desconocen la destrucción y los robos que estos grupos han causado en academias, bibliotecas, laboratorios, así como el incendio de instalaciones? Aclarar todo esto también ha sido una exigencia de profesores y estudiantes, ¿Por qué no lo mencionan en la carta?
- ¿Por qué el documento Reflexión profunda ni siquiera menciona la principal preocupación de la mayoría de profesores, estudiantes y padres de familia en preparatorias y CCHs, que es la verdadera causa de la violencia: el tráfico y consumo de alcohol y estupefacientes en las escuelas, que se ha extendido incluso a facultades como Filosofía, Ciencias Políticas, Economía y Ciencias, que anteriormente se caracterizaban por su grado de conciencia y verdadera lucha social organizada?
- ¿Por qué el documento del CCH Sur, que expone objetivos correctos en general, termina pidiendo en negritas el “cese a la persecución política contra estudiantes organizados”, si, hasta donde sabemos, a quienes ha presionado la autoridad es a los comerciantes de droga que sólo usan el “activismo” y los cubos como pretexto para romper con toda autoridad y hacer lo que quieran contra estudiantes, contra maestros y directivos?
- ¿Por qué el talentoso doctor Imanol Ordorika –quien fue aspirante a la Rectoría de la UNAM en la pasada contienda, y busca canalizar la inconformidad universitaria como funcionario de Rectoría y como experto en relaciones de poder y política en las instituciones educativas, en movimientos de estudiantes, y en políticas públicas, etc.– no alcanza a distinguir estas realidades que tenemos a la vista? ¿Por qué respalda los paros minoritarios en las escuelas y pide “respetar” a los grupos que han violentado las instalaciones universitarias? ¿está mal informado, está mal asesorado?
- ¿Por qué los llamados activistas que ahora también piden medidas de seguridad, están promoviendo el rechazo a las mismas bajo el pretexto de que la credencialización y las cámaras atentan contra la intimidad de los jóvenes? ¿Se pretende un verdadero movimiento que beneficie a los profesores de asignatura y rescate y reforme a la Universidad con la participación mayoritaria, o sólo usar los movimientos caóticos para ganar posiciones de poder en vísperas de las alternancias cupulares?
Urge rescatar a la Universidad de la degradación social para rescatar a México. La violencia que se vive en algunas escuelas es reflejo de la situación que ocurre en todo México por más que se hable de índices delictivos a la baja. Exigimos que se investigue a quienes están tras las amenazas, los rumores y los grupos violentos. Estamos por democratizar a la UNAM, por transparentar sus finanzas y su funcionamiento; por ampliar las instancias de representatividad, por acabar con la precariedad laboral. Apoyamos críticamente la idea sustancial de la proclama Reflexión profunda que es la democratización de las estructuras de gobierno, pero todo ello sólo será posible con la más amplia participación abierta y democrática de los universitarios –no con destrucción, no con miedo, rumores ni amenazas; no tolerando la drogadicción ni el alcoholismo–, sino impulsando el talento, la creatividad y la participación colectiva a través de asambleas mayoritarias y consultas a toda la comunidad.
No con ese falso feminismo sui generis engendrado en las universidades norteamericanas con millones de dólares la USAID y de las fundaciones Ford, Heritage, Open Society, Rockefeller, que ha corrompido a intelectuales, activistas y académicas con becas, viajes, cursos y posgrados con el fin de crear un movimiento mundial de odio contra los hombres. No victimizando únicamente a la mujer y protegiendo al sistema socioeconómico. No fomentando la rivalidad entre géneros ni el desprecio a lo masculino ni a todos los profesores y estudiantes por el sólo hecho de ser hombres. No acosando ni exhibiendo a nuestros adolescentes en tendederos por cortejar a las mujeres o por venganzas pasionales (la perturbación en clubes de odio como los incels tiene también ese origen). Es buscando la verdadera equidad para que mujeres, hombres y compañeros de la diversidad convivan en solidaridad, sin supremacismo ni segregación sexistas; es trabajando por el respeto y la igualdad de oportunidades para todos, sin violencia, sin mentiras, sin chantajes, como se podrá avanzar.
La situación nacional y universitaria exige la máxima preparación académica y de conciencia social y pedagógica para alcanzar una educación crítica y científica; para sacar a México del atraso, la dependencia y la pobreza. Tenemos profesionistas brillantes, conocemos el método científico para incorporar la participación de todos, podemos aplicar el análisis y las técnicas de investigación en cada una de nuestras disciplinas. Podemos impulsar la resistencia pacífica y activa, pues el único cambio estructural posible será el que realicemos los propios universitarios desde abajo mediante nuestra organización. Recordar, con Freire, que, si bien la lucha es por una educación que nos enseñe a reflexionar, “nadie libera a nadie, ni nadie se libera solo; la sociedad toda se libera en comunión.”
Enrique Fregoso Ramos, Juan A. García Delgado. Javier Fonseca Romero, Juan Manuel Castro Vega, Clara Zamora, por la Red de profesores y padres de familia de la UNAM.


Fotografías cortesía.
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