Llevamos asistiendo desde hace algún tiempo, especialmente durante el mandato que lleva ejerciendo el presidente Pedro Sánchez Pérez-Castejón, a un proceso de blanqueo de la corrupción en España, de la que tuvieron el valor de decir que eran “unos pocos casos aislados”, cuando en un grafico que recogía los casos de corrupción en España, aparecía un mapa donde no se distinguían los puntos rojos indicativos de procesos judiciales abiertos contra la corrupción. España permanece sonrojada por la desfachatez de la corrupción, que nos cubre territorialmente, desde Cabo de Gata hasta Finisterre.

La corrupción y los políticos corruptos, tratan, como es lógico, de mantener en secreto sus actividades ilícitas, puesto que el subterfugio les protege de ser castigados por la Justicia, y les permite continuar con estas actividades vergonzosas en una democracia y en un Estado de Derecho, de la avanzada y desarrollada Unión Europea.

Efectivamente, la mejor defensa ciudadana contra la corrupción que nos margina, nos roba, o viola nuestros derechos fundamentales, es que se dejen al descubierto tales prácticas ilícitas, lo cual redunda en un beneficio para absolutamente todo el pueblo español, sin que tenga sentido que nadie defienda la delincuencia organizada de aquellos políticos con los que simpatizamos, porque nos puede llegar a afectar a todos, y nuestra nación se resentirá, como estamos viviendo durante las últimas legislaturas, con el intento de lo que tiene pinta de un golpe de Estado contra la actual democracia, para instaurar un régimen totalitario.

Dentro de esta dinámica de golpe de Estado, como quien no quiere la cosa, una de las acciones que se están llevando a cabo, es la de blanqueo de la corrupción que ha habido en el pasado, sobre todo de aquellos casos más sonados.

En el caso ERE, de Andalucía, no solo se han practicado indultos a los principales responsables de este enorme desfalco de dinero público, sino que, recientemente, el Tribunal Constitucional ha moderado las sentencias, y los efectos de las mismas, con los votos a favor de magistrados simpatizantes con el partido protagonista de esta vergüenza nacional.

En el día de ayer, sin ir más lejos, se le ha impuesto la medalla de la Orden del Toisón de Oro, a diversos personajes, entre los que destaca, el expresidente del Gobierno español, Felipe González Márquez, durante cuyo mandato hubo sombras de corrupción muy importantes, hasta el punto de que su prolongado mandato, en varias legislaturas consecutivas, supuso el levantamiento de la veda de la corrupción en la política española, puesto que la misma continuó en los siguientes presidentes de España, de manera destacada, hasta el momento actual, que es, con diferencia, el más crítico de todos.

Con Felipe González Márquez en el poder de la presidencia del Gobierno español, durante unas cuantas legislaturas con mayoría absoluta, los socialistas aplicaron una política de imposiciones sin ningún tipo de diálogo, que recibió el nombre de “política del rodillo”, mediante la cual marginaron a aquellos españoles que no consideraban amigos, en beneficio de los que sí lo eran.

Uno los principales detonantes de la alerta, que luego se tomó a la ligera, fue el caso GAL, en el que se violaron derechos humanos en la persona de ciudadanos inocentes, mientras trataban de hacerle la guerra sucia a la banda terrorista ETA, en lo que constituyó una ilegalidad bastante grave, por mucha disculpa que pudiera suscitar la desesperación ante el terrorismo sangriento, muy activo durante aquellos años.

No creo que semejante presidente merezca portar tan alta distinción, como es el Toisón de Oro, después de analizar su mandato, del cual todavía quedan cosas muy oscuras por investigar. Podríamos encontrarnos ante un claro caso de blanqueo de la corrupción, mediante este título honorífico, que está tapando temas de una gravedad muy grave.

FRAN AUDIJE
Fotografía Juan Luis Guedejo
Madrid, España, 22 de noviembre del 2025
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