Nelson Acosta Espinoza

Venezuela 1 de diciembre del 2025
Tradicionalmente un  desconcierto ha perturbado la tranquilidad de las élites que han gobernado el pais. 

Perplejidad que no es atribuible, exclusivamente, a su visión errónea  con la correspondiente formulación de políticas públicas equivocadas.

Esta desorientación es  consecuencia más que causa.

Hasta que no se asuma y se entienda el actual escenario político  en esos términos  no se podrá ensayar modelos de desarrollo económico y político radicalmente distintos a los yá experimentados.
Es indispensable  comprender la naturaleza ontológica de lo nuevo por venir.

Su incomprensión suma para entender el porqué del fracaso de las políticas  públicas que se han intentado para modificar esta realidad .

En los pasados gobiernos democráticos el conocimiento y sus hacedores gozaron de un cierto reconocimiento

En mi escrito anterior subrayé el modesto rol que desempeñaron los intelectuales en la gestión de los asuntos públicos  y, en su reverso, cómo su ausencia  cuenta, entre otros factores, para explicar el rotundo fracaso del actual ensayo socialista.

En este escrito  me  referiré a dos personalidades que otorgaron al saber y a las instituciones que lo imparten  la importancia que le  corresponde en el mundo actual.

Me refiero a Miguel de Unamuno (1864-1936). Reconocido filósofo español.  Rector de la Universidad de Salamanca y Luis Alberto Machado  (1932-2016), Ministro para el Desarrollo de la Inteligencia (1979) durante el gobierno de Luis Herrera Campins.

Ejemplos a imitar en estos días convulsos y confusos.

*Tiempos que demandan  entereza, rectitud institucional  y cero complacencia con el usurpador.*

Miguel de Unamuno, ante el grito «Muera la inteligencia . Viva la muerte» pronunciada por el General franquista Millán -Astray, en el paraninfo de la Universidad de Salamanca respondió con valentía y dignidad  «*Vencereis pero no convencereis*
«
Frase que posee una franca actualidad. El madurismo ha decretado la muerte de la academia.

Apuesta, al igual que el General  Astray,  por el paulatino cese de la vida universitaria.

Estrechan el cerco presupuestario y el salarial a las universidades. Los sueldos hacen insostenible un desempeño apropiado de la vida familiar bajo estándares normales.

Pero, a diferencia de la frase de Unamuno, tenemos la convicción que *«No vencereis» y,  a ciencia cierta, sabemos que no  «Convencereis»*.

En los muros de la universidad de Salamanca está inscrita una frase premonitoria.
*«Lo que la naturaleza no te da, Salamanca nute lo presta»*.

Destaca que la educación es efectiva siempre y cuando se combine  con habilidades naturales e innatas .

Pasemos a referirnos a Luis Alberto Machado.  Fué promotor de una revolución. A diferencia de las yá experimentadas la que este venezolano propuso fué la de la inteligencia.
«*La Revolución de la Inteligencia»* es el título de su libro y de la transformación que enunció.

Su propuesta consistió en desarrollar el pensamiento crítico en todas las instancias de la vida social. A tal efecto, le asignó a la  educación  un papel crucial desde los inicios de la vida educativa del infante.

Su postulado más famoso: *«todos tenemos derecho a ser inteligentes»*.

Es una prerrogativa inherente a nuestra condición como ser humano y, como tal, debe ser protegida y garantizada.

Dos intelectuales, dos experiencias en situaciones históricas distintas.

Ambos colocaron  sobre el tapete la relevancia que posee  el conocimiento.

De sus visiones se desprende una visión ética que  siempre debe prevalecer en la conducción institucional de la universidad.

*Evadir el compromiso «unamuniano» no se corresponde con la esencia del ser universitario. Mucho menos en las actuales circunstancias.*

Un recordatorio a las autoridades universitarias.

*No es de ausencia, el tiempo actual es de presencia*.

*Es un requerimiento  institucional, comunal y nacional.*
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