Hay mucha gente molesta, y hasta cabreada, por las denuncias de la corrupción política que llevamos a cabo desde esta tribuna. Y es que, por desgracia, vivimos una época de acusada decadencia, en la que ser un ladrón y un violador, cuando, a través de estos crímenes, beneficias a un sector de la sociedad, ha dejado de verse como algo despreciativo, sino todo lo contrario: se considera algo justo y bueno.
Es el colmo, estimados lectores, que no nos importe lo más mínimo, el perjuicio que se le hace a nuestra propia nación, cuando asumimos los desmanes y la irresponsabilidad de los líderes políticos, e, incluso, empezamos a juzgarlo como algo positivo, puesto que nos repercute beneficiosamente, sin que seamos capaces de percibir que, esos beneficiados por la corrupción política, son cuatro gatos, que, a cambio de dejarse sobornar, incluso con orgullo, prestan su hombro para apuntalar al corrupto en el poder.
Decía el memorable poeta de la Generación de 1898, Antonio Machado, que, en España, «de diez cabezas, nueve embisten, y una piensa». Debemos comentar que, tan verosímil estadística, es penosa en un país del bagaje cultural de España, que es un fracaso de la gestión política en España, y que se comprende que hayamos entrado en barrena, con un país vendido al mal hacer del colectivo político, transformado en delincuencia organizada.
El patriotismo de cualquier patria o Estado, debería comenzar por una rebelión contra los canallas y los miserables, y una generalizada solidaridad hacia los que luchamos por la honradez, arrimando el hombro para que este país tire para adelante, con riesgo serio de ser dañados en nuestras pobres vidas, y en nuestro porvenir, puesto que lo que cunde es la sinvergoncería, bajo la alianza con esa estadística tan enorme y desalentadora, de pueblo que se presta a traicionar a su propio país, a cambio de «cuatro duros».
Yo animo a los españoles a que seamos, de nuevo, aquella España noble y sacrificada, que luchaba día a día junto al Cid Campeador. La España que se adueñó de medio mundo, gracias a los sabios y aguerridos soldados de los Tercios, comandados por uno de los grandes Generales de todos los tiempos: Gonzalo Fernández de Córdoba. Una España que pisó tierra al otro lado del mundo, y con un puñado de hombres, fundó el desdoblamiento de la propia España, en un hemisferio conocido como América, donde los nombres de Pizarro y de Cortés, imprimieron admiración y respeto en las indelebles páginas de la Historia de la humanidad.
FRAN AUDIJE
Fotografía Juan Luis Guedejo
Madrid, España, 26 de diciembre del 2025
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