Juan Pérez Medina

Morelia, Michoacán, 15 de febrero del 2022

El Movimiento de Regeneración Nacional nació siendo antípoda del PRIAN. Sus jornadas de movilización en defensa de la soberanía nacional contra las reformas estructurales y por la democracia eran permanentes. La solidaridad con los grandes movimientos sindicales nunca se negó y, por el contrario, se acompañaron las grandes luchas de la CNTE contra la reforma educativa de Peña Nieto, del SME contra la desaparición de Luz Y fuerza del Centro, de los campesinos de Atenco en contra del despojo de sus tierras para construir el aeropuerto de Texcoco, de las autodefensas en contra de los cárteles de la droga, de las comunidades campesinas que luchaban contra la presa de La Parota en Guerrero, de los potosinos que enfrentaban a la minera San Xavier, del pueblo Yaqui en su lucha en defensa de su territorio y el agua, del pueblo wixárika por la destitución de 10 mil hectáreas en territorio de Jalisco y Nayarit, entre otras significativas batallas. Por eso morena se convirtió en el partido para enfrentar al régimen de oprobio que nos mantenía el yugo en el cuello y cuyo objetivo era salvar al país.

Pero la transformación de morena en partido político ha resultado un calvario. Desde el congreso de constitución hasta la fecha sólo ha renovado, por vía estatutaria, en una ocasión a sus dirigentes, pero ha contado en este lapso de tiempo con cinco presidentes nacionales. El último electo por encuesta y auspiciado por el INE. Desde 2015 no nombra sus comités municipales y no cuenta con un padrón validado ante la autoridad electoral.

Actualmente el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) está integrado en su mayoría por designaciones del propio CEN, sin el aval del Consejo Nacional y en calidad de delegados. Muchos de sus Comités Ejecutivos se encuentran acéfalos, como ocurre en Michoacán, donde también ha designado un delegado/a con funciones de presidente/a a su modo, sin consenso y abusando de las facultades que les otorga el estatuto que, dicho sea de paso, reclama una amplia transformación para evitar la tremenda concentración del poder por parte de la “non grata” Comisión Nacional de Elecciones y el propio CEN.

Sus órganos de conducción política no funcionan. El Consejo Nacional no se reúne y lo mismo sucede con los Consejos Estatales. El de la entidad, por ejemplo, tiene más de dos años que no sesiona de forma legal. Las fuerzas que controlan morena se han encargado de manera deliberada de evitar que funcionen y tomen acuerdos, a fin de asumir sin consenso las determinaciones estratégicas en cada periodo. Pareciera que morena nació con un único objetivo de hacer que su candidato fundador lograra la presidencia de México. Nada menor, al contrario; pero a pesar de ello o precisamente por ello, no ha logrado convertirse en un verdadero partido político y mucho menos en lo que anunciaba ser.