Conversatorio con Frei Betto


Por: Raúl Jiménez Lescas

Ciudad de México, 22 de marzo del 2022

Cinco horas de viaje en automóvil cruzando los caminos de Michoacán, parte del Estado de México y la mitad de la CDMX, para conversar con el educador popular brasileño, Frei Betto, alumno distinguido de Paulo Freire, también brasileño y gurú de la pedagogía libertaria. El viaje fue ameno con distinguidos colegas del Instituto Nacional de Formación Política. Parada obligada para comer tacos en Zinapécuaro… Y sin más, hasta CDMX, que lucía como la ex ciudad más transparente y hasta se podían ver los volcanes altivos. Increíble pero poco tráfico por el viaducto.
Tres de la tarde en punto. Ahí apareció Frei Betto, camisa blanca y mirada profunda. Paso lento que me recordó la canción “Es un buen tipo mi viejo…”. Todos queríamos tomarnos una “selfi” con tan distinguido pedagogo.

Sin mayores preámbulos inició puntual el conversatorio tan esperado por todos los que nos reivindicamos “educadores populares”. Fueron muchos los temas abordados por Frei Betto, pero en esta ocasión sólo comentaré uno. Resulta simpático, agradable, por decir lo menos, que un cristiano de base de origen dominico, nos recuerde el texto perdido o ocultado de Federico Engels: «Contribución a la historia del cristianismo primitivo». Ya que el viejo Engels, sin el dogamtismo y prejuicios que caracterizan a los marxistas del siglo XXI, dijo sin tapujos: «La historia del cristianismo primitivo ofrece curiosos puntos de contacto con el movimiento obrero moderno. Como éste, el cristianismo era en su origen el movimiento de los oprimidos: apareció primero como la religión de los esclavos y los libertos, de los pobres y los hombres privados de derechos, de los pueblos sometidos o dispersados por Roma. Ambos, el cristianismo y el socialismo obrero predican una próxima liberación de la servidumbre y la miseria; el cristianismo traslada esta liberación al más allá, a una vida después de la muerte, en el cielo; el socialismo la sitúa en este mundo, en una transformación de la sociedad. Ambos son perseguidos y acosados, sus seguidores son proscritos y sometidos a leyes de excepción, unos como enemigos del género humano, los otros como enemigos del gobierno, la religión, la familia, el orden social. Y a pesar de todas las persecuciones e incluso directamente favorecidos por ellas, uno y otro se abren camino victoriosa, irresistiblemente. Tres siglos después de su aparición, el cristianismo es reconocido como la religión de Estado del Imperio romano: en menos de sesenta años, el socialismo ha conquistado una posición tal que su triunfo definitivo está absolutamente asegurado». Texto completo en: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1894/crist-prim.htm


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