Un paseo por el Monumento a la Revolución Interrumpida (Gilly dixit)

Raúl Jiménez Lescas
CDMX, 22 de agosto 2022

Esta vez no fui a la Casa Museo León Trotsky a conmemorar su brutal asesinato a manos de un cobarde que le metió por la espalda un piolet en la choya. Me deprime. Los hombres sí quieren matarse deberían hacerlo de frente y mirándose a los ojos, como en la serie Snowpiercer, donde la “escoria” se arregla de frente y mirándose a los ojos, no como los cobardes que pioletean por la espalda contra un viejito desarmado. Perdón, ahora se les dice de la “Tercera Edad”, aunque me parece que el viejo León Trotsky ya estaba en la “Cuarta Edad”; él lo dijo en su testamento, no me echen a mí la culpa.

Me fui al Monumento a la Revolución Interrumpida. No sabía que te podía subir hasta la cúpula y además, en el segundo mirador tomarte un cafecito. La cúpula es de cobre, lo cual me recordó a Pito Pérez en Santa Clara del Cobre, Michoacán. Cuando viví en CDMX eso no existía, menos el Museo a la Interrumpida Revolución Mexicana. Es un concepto moderno y vanguardista aunque se peca de mercantilista; que la foto, que el recuerdito, que la manga del muerto.

Para subir a la cúpula y alcanzar la cúspide de la Revolución Mexicana hay que subir 132 escalones en una escalera de fierro, lo cual me recordó mi infancia cuando jugaba “Serpientes y Escaleras”. Sí te equivocabas, bajabas y sí acertaste, pues subías. Así que yo no quise equivocarme y pues no me caí; subí escalón por escalón, sin contarlos, pues ya sabía que eran 132. Obvio, para hacer la Transformación que México necesita no bastan 132 escalones, sino muchas cosas más y, así como yo lo veo, está “cañón” que se transforme México este sexenio.

La Revolución no se interrumpió, sino se congeló, como 190 grados bajo cero, como en la tan mentada serie Snowpiercer, donde la humanidad se extinguió por su constante destrucción del planeta. Ahí sólo quedan unos 3 mil humanos en un tren dando vueltas a la tierra hasta que se vuelva a calentar el planeta. ¿Cuántos sobrevivientes de la lucha por la transformación de México quedan? Yo vi unos 4 mil en el Monumento… más que en el tren Snowpiercer. Es una esperanza. ¿Qué tanta esperanza tiene la esperanza?

En fin. Me fui a comer con mis hijas que me celebraron el Día del Padre. Yo no creo que sea extemporáneo, todos los días son días del Padre, de la Madre, del Planeta, del Amor, del Compadre, de la Comadre, de los Amigos… Lo único que sí sé es que la Revolución se interrumpió como dice Adolfo Gilly o se congeló 190 grados bajo cero al estilo Snowpiercer.


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