No me satisfacen los argumentos. No existe meritocracia absoluta. Incluso la mera idea de tal cosa es anti merocrática. Las personas hacen esfuerzos titánicos para que sus descendientes partan con ventaja. ¿Él estaría dónde está si no fuera judío y hubiera ido a colegios judíos desde niño? ¿Dónde estaría alguien tan tonto como León Krauze si no fuera un Krauze?
En una versión de monarquía absoluta, o al menos beligerante, la apuesta por la sangre y la descendencia es como jugar la ruleta rusa (lo fue, de hecho). Pero en esta versión de monarquía parlamentaria es adecuada. Es un brazo estable del gobierno. Trabaja eficazmente de la mano del gobierno parlamentario que los británicos escogen democráticamente. Lo probó Isabel (y toda la familia, que también trabaja) con un socialista, que casi los llevó a la quiebra, Harold Wilson, y una conservadora y liberal económica radical, que casi los llevó a la insurrección popular, Margaret Thatcher.
¿Que tienen privilegios excesivos? Los tienen. Pero toda esa tradición, la fastuosidad, los símbolos, son elementos que buscan preservar las formas, y en última instancia, la estabilidad. A menudo lo logran.
Al final el modelo monárquico se libra de las grillas y cambios de gobierno cada 4, 6, o los años que sean. Y no deja de ser positivo que cada que hay un cambio de ministro (cambie o no el partido que gobierna) el ministro saliente le «entregue cuentas» a la corona, y el ministro entrante se presente y formalice la alianza. Aquí el gobierno saliente y el entrante solo le rinden cuentas a sus estados bancarios. El entrante se voltea mientras el saliente se lleva hasta las tazas de baños. Y a empezar de cero.
No me declaro monárquico (hacerlo sería bastante ridículo). Pero la crítica del señor suena a vil envidia. La democracia británica, con sus defectos, al menos se ha librado de los caudillos latinos, y eso ya es mucho.
UP es un esfuerzo editorial de todos, una visión del mundo que nos lleva a preguntarnos más que a afirmar. Es darle opción a diferentes voces que vienen de cualquier parte del mundo.
Nuestro propósito es mostrar una realidad que frente a nuestros ojos ocurre y no tiene trascendencia en los grandes medios, un parlamento ciudadano en el que se toman decisiones a partir de la constante visión de nuestros problemas, sin dejarse llevar por fanatismos o miradas extremas.
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