Por: Raúl Jiménez Lescas

Resulta que a mi padre Nando le gustaban los carros Mercedes Benz, por alemanes o por buenos. Nunca se sabe. Así que se consiguió un Mercedes blanco chatarra. Lo reconstruyó de pie a pá. Creo que fue en 1900 y tantos. No me acuerdo, no era historiador.
Tardó mucho en reconstruirlo, pero lo logró. Lo volvió a pintar de blanco. Usaba una locomotora del siglo pasado. Se ponía una mascarilla para pintar porque el color mata, sobre todo sí es blanco.

Y lo paseaba por las calles de Oaxaca como su joya. Yo estoy de acuerdo con él: era una joya y además blanca. El tío Rey se lo lavaba por una módica coperacha. El tío Rey lo juntaba y lo juntaba para irse al “Pueblito”. Sólo él y yo sabemos que es el “Pueblito”. Es un secreto de familia.

Pues resulta que el Mercedes era modelo 52, o sea del año de 1952, del siglo pasado. Una reliquia y la había reconstruido, Don Fer, o sea mi padre Nando.
Se usó mucho: me llevaba a la escuela, para quinceañeras, para bodas, para todo. Y ahí se quedó estacionado porque había que invertirle dinero para que volviera a andar. No había.
Fer, o sea Nando mi padre, ya había muerto y no podía echar a andar el Mercedes. Ahí se quedó muchos años…. Y blanco.

Era hermoso el Mercedes de mi Pa, como hermoso era mi padre. Sólo un hermoso hombre puede hacer una Mercedes hermoso, además Blanco.