Eduardo Pineda

Ciudad de Puebla, Puebla, 25 de enero del 2023

Si, también fuí biólogo, y me gustó muchísimo.
Tal vez algún día lo vuelva a ser, o tal vez nunca dejé de serlo, no lo sé.
Y es que la biología es tan única, es la vida estudiando a la vida, es la locura de querer entender los procesos de la vida desde la limitada capacidad humana, es emocionarte por contarles a todos sobre la patita del escarabajo o el núcleo de la célula, sobre el Sol y su romance con las plantas, sobre el agua y su paraíso microbiano, sobre todo lo que ocurre donde el ojo no ve: debajo de la hojarasca o dentro del intestino. La biología es la academia hecha poesía, es la pregunta sin respuesta, es el regocijo de ver, oler, sentir, escuchar y probar por el simple hecho de querer saber y seguir dudando. Es pasar las noches en el laboratorio y en la tienda de campaña, es la bata y la bota, es la red entomologica y el microscopio. Tal vez algún día vuelva a ser biólogo, nomás para recordar qué se siente preguntarle al bosque o al desierto, para volver a ser humilde ante la biosfera, para ver, del otro lado de la irrealidad de la urbe, del otro lado de la fé religiosa, del otro lado de la verdad, esa verdad que está pero es inaccesible, nos aproximamos, no llegamos. No queremos llegar, sólo caminar y hacer camino al andar…