España es un país, siempre lo digo y lo mantengo, con un capital humano de enorme calidad, en el sentido de la inteligencia y el valor intelectual que atesoran potencialmente los españoles, por una dichosa generalidad.
Hace poco escuché un comentario, que me pareció acertadísimo: a la gente no le falta talento, pero sí le suele faltar interés por la tarea de invertir su valor. Pues esto es lo que ocurre en España exactamente: tenemos la materia prima, pero carecemos de la idiosincrasia que nos otorgue las ganas y la curiosidad por determinadas materias, que suelen ser las que dan a las naciones las glorias filosóficas y científicas, logrando avances para la humanidad, cuyos primeros beneficiarios son los países donde se ha desarrollado ese talento intelectual, y no por casualidad, sino porque han puesto los medios para que pueda ocurrir.
En España somos muy dados a las juergas, porque inventamos una de las palabras más internacionales que existen, como es «Fiesta». No sabemos vivir sin la fiesta o las fiestas. Cualquier efeméride resulta una excusa para montar el sarao, la verbena, y la corrida. Todos los ayuntamientos de España, destinan una de sus partidas de mayor cuantía, a la organización de las fiestas del pueblo o de la ciudad, pero también de la provincia o de la Comunidad, incluyendo las fiestas patrias o nacionales.
Claro está que lo importante en España no es tanto hincar el codo, como otras cosas, verbigracia, el diente a la rica gastronomía española, a la bota de vino, y a otras cosas que también se hincan, siendo todo muy divertido. Lo que nos deja con la sonrisa congelada, es ver en las fotos de las grandes reuniones científicas, a las eminencias estadounidenses, a las rusas, francesas, británicas, holandesas, alemanas… y a ningún representante español.
En España, aquellas profesiones cuya salida es la investigación en una mayor medida, como la biología, por ejemplo, son profesiones de las que califican los estudiantes «sin futuro», porque en España no existe presupuesto significativo para la investigación, y los biólogos, o se dedican a la enseñanza, o trabajan testimonialmente en algún proyecto investigador, que pronto se queda sin presupuesto.
Tampoco interesa en España demasiado, que se prodiguen los filósofos y pensadores, porque, como nosotros mismos reconocemos, estamos en el país del Lazarillo de Tormes, obra cumbre del género literario de la Picaresca. Efectivamente, a los españoles nos va la trampa y la estafa. Una de las ingenierías con mayor proyección en España, es la que versa sobre el modo de conseguir las cosas, beneficiándome yo, y perjudicando al otro. Vivimos en España para idear la manera de restar y dividir, en vez de sumar y multiplicar.
Lo más gracioso de todo esto, es que sacamos pecho, y nos sentimos orgullosos. España es diferente, pero sigue siendo España, algo que admiraba al canciller alemán Bismark, y que tiene perplejo al mundo.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,21 de febrero del 2023
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