Enfrente del Congreso de los Diputados, en una pequeña plazoleta, se encuentra una cada vez más solitaria estatua, dedicada a la figura del príncipe de las letras españolas: Miguel de Cervantes Saavedra, autor de novelas ejemplares, como el Quijote, que tratan de servir de lección vital, y hacer denuncia de la decadencia de la España que conoció Cervantes. Una decadencia que ha continuado a lo largo de los siglos, y que sigue en nuestros días, de manera arrolladora.
El hecho de que una figura como Cervantes, representativa de lo que debería ser, y que está ausente tantas veces en España, pero de manera casi perenne en el desempeño de la política de este país, marcada por gestiones pésimas e incompetentes, y por la corrupción, que ahuyenta la ética, y fomenta la traición de mayor maldad entre los propios españoles, parece un intento de llamar la atención ante los desmanes tan frecuentes, casi sistemáticos, que se vienen produciendo en España.
Una España donde reina el caos delictivo, e impera la impunidad ante el crimen. Una España que da pena, donde se complica el futuro para los jóvenes, donde nuestras propias empresas se tienen que cambiar de sede, porque sus estudios económicos reconocen que permanecer en suelo patrio arruinará su negocio. Una España que cultiva el músculo en los gimnasios, pero que cae cada vez con mayor fuerza en la más depravada inmoralidad, impulsada por sus propias autoridades. Una España donde viven los privilegiados, pero en la que malvive el español medio, a pesar de la propaganda oficial, que pretende disfrazar las cifras del paro, y de la maltrecha economía, con paripés y comedias, que no se sostienen.
Pero si hablamos del oficio cervantino por excelencia, en la que España posee uno de sus más extendidos talentos, debemos denunciar el recorte en el derecho a la libertad de expresión, durante las últimas legislaturas, que persigue por parte de los opresores de este país, que la situación no se les vaya de las manos, ante las sucesivas crisis económico-sociales que nos asolan, y que se agravan especialmente por la corrupción cabalgante, la cual, por más que se denuncia y se reconoce, a la hora de la verdad, nadie desea atajarla, sino que se incentiva más aún.
Todavía encontrarán en España, a gente que defiende a los políticos de turno, y que alegan vivir bien. Desde luego, todos los regímenes, especialmente los tiránicos, necesitan crear un grupo de ciudadanos afines a su demencia, que son bien tratados, en un soborno inaceptable, porque supone la traición al resto de los ciudadanos. Y esto es lo que encontrarán en España, muy bien organizados, para la defensa del régimen de dictadura totalitaria solapada, en la que se ha convertido este país irreconocible, capaz de la mayor hazaña democrática de la Historia, como fue la Transición 1975-1978, y de su derrocamiento dosificado en 40 años de una democracia, en paulatino derrotismo corruptivo.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 21 de marzo del 2023
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