AMANECER EN MADRID

La ciudad de Kiev, es bombardeada día y noche, por tierra y aire, desde las posiciones avanzadas de la artillería rusa. Los que no pudieron huir, viven prácticamente confinados en las galerías subterráneas del suburbano. Mujeres, niños, y algunos hombres, los justos sin capacidad para portar armas, se arremolinan a decenas de metros bajo tierra, quizás viviendo una sepultura prematura. A miles de kilómetros en dirección suroeste, otra ciudad contempla su rojizo amanecer en el horizonte, dentro de un cielo azul y estrellado, que comienza a desvanecerse, colonizado por los rayos del sol nítido que seca la tierra de la península ibérica.

Teresa, es una mujer joven, trabajadora y solidaria con las causas de los más débiles. Una vez sale de su casa, en el extrarradio de la mole urbana, toma el tren de cercanías, para dirigirse a la oficina, donde desarrolla labores administrativas. La estación de Atocha, en el centro de la capital, deja a Teresa a un paseo de su destino laboral. Mientras camina por la Avenida de Delicias, hace un necesario alto para saludar a Leopolda, una mujer mayor que vive sola, acompañada de gatos a los que alimenta con pan todas las mañanas. La manada de felinos arropa a las dos mujeres, mientras solicitan el alimento que cae de las manos de su buena amiga, Leopolda. Teresa brinda a esta mujer solitaria, algo de conversación, más allá de los maullidos de sus fieles acompañantes. Cuando salga del trabajo, en dirección contraria, Teresa volverá a la charla con Leopolda, interesándose por sus problemas, y también tratando temas más desenfadados. En total, Teresa le dedica a Leopolda una hora de conversación, suficiente para que la soledad no acabe de marchitar a esta pobre mujer, que ha encontrado en los gatos un consuelo al olvido familiar.

Jacinto conduce a toda velocidad por la Castellana, en dirección al complejo de torres construido sobre la antigua Ciudad deportiva del Real Madrid, esta vez acerca a un alto directivo a su despacho, en el zenit de una de esas enormes moles de cemento, convertidas en símbolo del poder económico español, y uno de los nuevos símbolos del renovado y moderno Madrid. Ambos, taxista y cliente, mantienen una curiosa conversación sobre la crisis económica. Cuando se aproximan al final del trayecto, el cliente, un hombre impecablemente trajeado, alto y rubio, le pregunta al taxista por sus hijos, un chico y una chica, estudiantes universitarios de medicina y biología, respectivamente. Jacinto es un padre muy sacrificado: no conoce las vacaciones ni las fiestas de guardar, desde que sus chavales comenzaron los estudios. Se ha granjeado algunos clientes fijos, como este caballero, al que conoce desde hace años, y que le llama esporádicamente para hacer uso de su servicio de taxi, por la confianza, y porque son amigos, a fuerza de conversaciones, y de contarse las penas el uno al otro.

Enrique viene desde Las Rozas de Madrid, una población dormitorio, en el noroeste de la ciudad. Aunque la carretera de la Coruña ha sido sometida a numerosas obras, con el fin de ensancharla y conectarla con diferentes vías, que desahoguen a esta importante arteria de tráfico, Enrique continúa madrugando, y a las 6 de la mañana se encuentra al volante, cruzando la autopista en dirección a Madrid. A pesar de la llamada de las autoridades a entrar en la capital en transporte público, con el fin de aligerar el tráfico, y de paliar la contaminación atmosférica, Enrique necesita el coche ineludiblemente, debido a su trabajo de representante comercial. Antes de comenzar a trabajar, se detiene en el bar de la esquina, para desayunar unas porras, y su imperdonable café con leche cargado de café. Mientras ojea el periódico, contempla risueño la viñeta de aquella mañana luminosa de primavera: las bombas arrecian sobre la ciudad de Kiev, y en España ha caído el último bombazo: un señor al que llaman tío Berni, practica el exhibicionismo en el Congreso de los Diputados.

«Ya es primavera en El Corte Inglés», dicen los letreros luminosos de los grandes almacenes, mientras las minifaldas de las chicas bonitas de Madrid, animan los corazones y escriben poemas lujuriosos . El sol del medio día anega de amarillentos haces el cielo, y en la Puerta de Alcalá una pareja se besa profusamente. La diosa Cibeles visita los jardines del Buen Retiro, mientras Velázquez y Goya continúan dibujando la historia de la capital de España, que vive bajo los astros celestiales más coloridos y alegres.

FRAN AUDIJE

Madrid,España, 24 de abril del 2023


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