Extremadura es la región de la península ibérica española, donde yo nací, de donde proceden mis ancestros, y el lugar donde me educaron y donde crecí en lo físico e intelectual, en una gran parte.
Se trata de una Comunidad Autónoma española, con uno de los territorios de mayor extensión geográfica, 41.633 km cuadrados, el cual, en relación a la población residente, 1.070.000 habitantes, con 25,7 habitantes por km cuadrado, nos provoca dudas y preguntas sobre el significado de Extremadura en el contexto de España y de Europa.
Efectivamente, se trata de una de las tierras menos afortunadas económicamente, relegada a paraíso natural ecológico, debido a la preocupante carencia de industrias e infraestructuras, que conecten a Extremadura con el desarrollo, al cual está enganchada, prácticamente, todo el resto de España, descontando, quizás, a pequeñas zonas, como las provincias de Soria y Teruel.
Debemos reconocer, no obstante, la desafortunada posición estratégica de Extremadura en el mapa español. Situada en el suroeste, limitando con Portugal, que, a la larga, supone otro factor que, pudiendo beneficiarnos, más bien nos ha perjudicado, debido a las relaciones con el vecino portugués, que no suelen ser lo fluidas y benevolentes que nos gustaría, por lo que esta linde fronteriza, ha actuado más de muro, que de acceso a las oportunidades, teniendo en cuenta que, el puerto de la capital lusa, Lisboa, podría haber actuado como salida natural a las mercancías extremeñas, por su mayor cercanía, en relación a otros puertos españoles.
La emigración en Extremadura, supone uno de los grandes problemas de la región, que sufre una sangría constante de jóvenes, buscando un futuro más abierto en las grandes capitales españolas, como Madrid, o Barcelona, básicamente. Debemos considerar, que las dos potencias económicas extremeñas, son la agricultura, con una pujante huerta, en riqueza vitivinícola, y con productos de alta calidad, como el pimentón o el aceite de oliva; y, a destacar, en lo ganadero, ser la sede por antonomasia del cerdo ibérico, otro de los productos de altísima calidad que ofrece Extremadura. El otro ala económica, sería el turismo, que comienza a abrirse un paso prometedor, merced a la llamativa oferta cultural, en festejos y vestigios históricos. Ciudades monumentales, como Mérida, Cáceres, Plasencia, Badajoz, Trujillo, Guadalupe, hablan por sí solas de un lugar en el mundo, que tuvo mucho que decir en la Historia.
Extremadura, por aportar algunos datos históricos esbozados, fue parte de la provincia romana de la Lusitania, cuya capital fue Emérita Augusta, la actual Mérida, que sigue siendo capital, ahora de toda Extremadura. Un territorio rebelde, que opuso una de las mayores resistencias a la invasión imperial romana, y que fraguó a algunos de los grandes héroes de la antigüedad, como Viriato, pastor celta que comandó la defensa ante los romanos, e invicto en los campos de batalla, solo la traición de los suyos doblegó a la Lusitania ante aquella Roma que arrollaba.
También fue paso en las luchas de la Reconquista, entre árabes y cristianos, lo cual consta en amplios vestigios de la época musulmana, mezclados con los romanos y con los cristianos. Extremadura fue providencial en el paso de la Edad Antigua a la Edad Moderna, al ser la financiera principal de la expedición de Cristóbal Colón, para el descubrimiento de América. Elocuente es el hecho de que Colón bautizara a los primeros cristianos, traídos desde aquellas lejanas tierras recién descubiertas, en el Monasterio de Guadalupe, cuyos frailes jerónimos contaban con gran influencia y dinero. Tampoco es casualidad la conexión histórico-religiosa, que existe entre la Virgen de Guadalupe mexicana, patrona de toda América, y la Virgen de Guadalupe extremeña, patrona de la hispanidad. Como tampoco fue casual que los grandes Conquistadores y colonizadores de América, fueran extremeños, como Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Vasco Núñez de Balboa, Pedro de Valdivia, o Francisco de Orellana.
Si hemos hablado de una tierra pobre, tendríamos que matizar, al ver en esta tierra, paraíso de encinas y de robles, una gran cultura asentada en el paso del tiempo, con riqueza lingüística propia incluida, que ahora comienzan a descubrir los extremeños, pero con cierto esfuerzo y resistencia, porque, todo hay que decirlo, los extremeños amamos a la patria grande, por encima de lo nuestro propio, lo cual comporta un olvido y dejadez de nuestra tierra, que yo diría es más abnegación que otra cosa. Abnegación extremeña hacia España, que España, sin embargo, no corresponde con el mismo amor, ni en la misma deseable medida.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,11 de mayo del 2023
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