En los tiempos que corren, observo que se está brindando un desmedido culto al cuerpo, tanto en lo que se refiere a mujeres, como a hombres. Y, dentro del culto hipervalorado del cuerpo, se destaca sobremanera, una de las partes más nobles de la anatomía humana, como es el sexo.

Vas por la calle, y es gustoso poder admirar a tantos hombres y mujeres, de apolínea figura, labrada a golpe de pesa, de bicicleta, en definitiva, de una vida mucho más sana, también contemplando el cuidado alimenticio, con una gastronomía donde abundan las verduras, el pescado, y la fruta.

Todo maravilloso, de entrada, debemos admitir, porque cuidar nuestra imagen externa, haciendo de nuestras personas, seres más atractivos y sensuales, no digo yo que sea algo malo, pero tampoco pasa por ser algo bueno o estupendo, si nos quedamos en el cuidado y perfección de nuestro exterior, de nuestra fachada, sin ocuparnos de tener cuidado también de nuestros sentimientos y de nuestras ideas o pensamientos.

Como seres humanos integrales, contamos con tres grandes extensiones corporales, las cuales ocupan también, o deberían hacerlo, extensas partes de nuestra vida privada y pública. Si es cierto que somos nuestro sexo, masculino o femenino, hermoso, excitante, reproductor, y placentero; no es menos cierto que contamos con un corazón, y, también, con un cerebro, este último situado en una de nuestras zonas más llamativas: la cabeza, que debería servirnos para mucho más que llevar un bonito corte de pelo, o para resaltar mediante el maquillaje, lo más bello del rostro humano, particularmente en la mujer.

La vida de las personas, nunca debiera circunscribirse a lo meramente sexual o sensual, porque considero que lo sexual constituye tan solo un envoltorio, del verdadero regalo que somos los hombres y las mujeres, para la humanidad. ¿Se imaginan ustedes, que nos obsequian con un valioso lingote de oro, envuelto en un preciosísimo papel, y decidimos quedarnos con el envoltorio, desechando el oro de aquel inusual lingote que nos ofrecen?.

Lo dejo para la reflexión personal de cada uno, recordando aquel principio básico de la filosofía clásica: «La virtud se encuentra en el equilibrio».

FRAN AUDIJE

Madrid,España,20 de junio del 2023