MADRID, LA NOCHE

Cuando no puedes conciliar el sueño, desesperado por la injusticia, y por el acoso continuo al que eres sometido, uno de los impulsos que te queman, es el de salir a correr las calles, porque, de tal manera, liberas las malas energías que te carcomen el alma.

Salgo, efectivamente, a caminar por las calles del Madrid aledaño a mi humilde vivienda, y me encuentro con una inquietante oscuridad, a pesar de que el alumbrado público está presente en todo mi recorrido, primero por calles estrechas y secundarias, después por avenidas anchas y de sonora importancia.

A lo largo de mi recorrido, medio triste y cabizbajo, pero de apresurado paso, como tengo costumbre, me voy encontrando, insospechadamente, con gente uniformada y perfectamente organizada. Es el Ejército que combate la suciedad en la gran urbe capitalina de España: barrenderos, regadores, conductores… Como digo, un verdadero Escuadrón de militantes trabajadores, que empuñan escobas, mangueras de riego, volantes de vehículos de limpieza… todos ellos currando a horas intempestivas de la madrugada, sigilosamente, porque el grueso de los habitantes de esta ciudad gigantesca, duerme plácidamente, o, al menos, descansan en sus hogares, supongo que con sosiego la mayoría.

Algo más adelante en mi recorrido, me acerco a uno de los grandes almacenes de Madrid, y sorprendo a otro piquete de trabajadores currando a horas que son de dormir. Están descargando camiones de mercancías, que introducen en el edificio de esta gran superficie comercial. Me fijo un poco mejor, y dentro de la enorme tienda, existe un inusitado trajín de personas, que no están de fiesta, sino colocando a destajo, los distintos elementos y productos, de las mercancías que se introducen en el interior, por los compañeros que vacían los camiones de pesados bultos.

Ya de regreso a mi parca morada de nuevo, completamente solo por las calles, advierto que por la calzada circulan continuamente taxis. Me vuelvo a fijar con más detenimiento, y en el interior de estos vehículos de transporte público de pasajeros, viajan chicos y chicas jóvenes, muy jóvenes, que vuelven a sus casas tras pasar la noche con amigos, en la divertida noche madrileña. En una de las esquinas por las que discurro, doblan una pandilla de chavalines, que conversan con el ánimo apagado por los efectos del alcohol, y porque son las cuatro de la madrugada. Reparo en un banco por el que paso, que un hombre maduro duerme su borrachera; en otro de estos bancos que granjean las calles de Madrid, yace, con visibles muestras de mareo, un nuevo joven, que, sin duda, ha bebido más de la cuenta.

Cuando ya enfilo el último tramo hacia mi casa, más liberado de mis malos humores, en la lejanía del fondo de la calle, se perfila una silueta muy femenina de una mujer joven. Ella camina despacio, parece no albergar prisa alguna. Mis ojos no le quitan la atención, porque es hermosa, y me deleito con su bella silueta. El pelo recogido en un moño, las caderas anchas, las piernas desnudas y estilizadas, los gluteos sugerentes, que desbordan ligeramente el pantalón corto, y un talle alargado y delgado, que culmina en el cuello delicado. Según me voy acercando a ella, aminoro mi paso, y noto que la bella ninfa nocturna ha oído mis pasos. Se coloca de perfil para mirarme con sus enormes ojos de cervatilla, tranquila y mansa, y me llaman la atención inmediatamente, sus pechos voluptuosos, que pugnan por desbordarse de la frágil blusa que la viste.

Redactando estas palabras, apesadumbrado todavía, recuerdo a mis enemigos, una banda de desalmados que me ha robado la vida y el amor, por puro capricho, porque ellos lo tienen todo, y hacen el amor cada noche a sus respectivas mujeres, mientras sus vástagos sueñan con nubes de algodón. Debajo de sus atalayas, defendidas por otros currantes armados, que dicen llamarse Fuerzas del Orden Público, circula el Ejército de trabajadores uniformados, que mantiene limpia la mole madrileña. Caminando a paso presuroso y apesadumbrado, pasa otro currante insomne, que anda y desfila sin mucho sentido, y con ganas de marcharse, acuciado por el oprobio y por la tortura inhumana. ¿Querrá esta bella ninfa nocturna, llevarme con ella a otro mundo?.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,13 de julio del 2023


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