HACE AÑOS…

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Por Luis Mac Gregor Arroyo

Foto de cottonbro studio en Pexels.

En el año 2002 ya era mayor. Según se dice el hombre madura a los 27 años, por lo tanto entonces ya era bastante más grande. Sin embargo, me considero una persona ingenua y con un gran conjunto de áreas de desconocimiento. Con todo, saliendo poco, me he percatado de algunos cambios en nuestra sociedad que a mí, en vez de sentirme aliviado, me preocupan.

Hace 100 años en 1923 la sociedad se dice era sumamente conservadora. Las personas se casaban tenían hijos y vivían felices para siempre. Claro los matrimonios por la Iglesia, y también los civiles, eran entre personas del sexo opuesto. Siendo esto último de lo más pregonado en todo lugar a donde uno iba y también en los medios masivos que en ese entonces se reducían a la radio y el cine.

La “diversidad” que tanto está en boga ahora era algo poco tratado. Es cierto que había quienes practicaban la homosexualidad, pero no era algo tan visto. Hoy, al subirse al transporte público es algo de casi todos los días. La sociedad está cambiando y no sólo aquí sino en todo el mundo.

Se dice que el ser humano es un gris en lo sexual que algunas veces tiene más de negro y otras de blanco. El trabajo de uno, entonces, consiste en ver que tan blanco o negro es uno; es decir uno tiene que encontrar el grado de color gris que le corresponde. Con todo gran parte de la razón por la que las personas se vuelven más “liberales” es en gran medida por la educación que recibimos. No sólo la educación recibida en las aulas de clase, que pasa por un momento de verdadera decadencia, también lo es la educación impartida por los padres.

Me pregunto si la educación en general está igual que como es con las matemáticas, donde los alumnos llegan a preparatoria sin saber sumar y restar, ya no se diga dividir y multiplicar, y ni siquiera consideremos la raíz cuadrada. En ese caso qué podemos esperar de la educación cívica y sexual de nuestros adolescentes y adultos jóvenes.

Si hay una batalla por la sensatez, la estamos perdiendo. Tal vez el mejor ejemplo de esto está en cómo se ve el camino a futuro en el cambio climático. El hecho es que estamos aceptando que todo puede corregirse aunque es una realidad que extinguiremos bastantes especies de animales en el camino. Eso es la locura.

Está de moda el feminismo que en bastante ocasiones no hace honor al verdadero significado de su origen. Así como la crítica al amor romántico, el cual se cree es donde uno daña o violenta a su contraparte, lo cual no tiene nada que ver con éste. Entonces se ve con malos ojos al amor “tradicional”, el cual finalmente tiene mil formas, pues cada relación es diferente pero siempre se respeta a la contraparte.

En la sociedad se está perdiendo piso por no dejar en claro el correcto lugar de los conceptos y dónde están los jóvenes. Se les ha dejado, simplemente, al garete. Así estos pobres acaban haciendo lo que medio comprenden que debe ser uno, al poner por delante el sexo antes del amor, y a la otra persona antes que a uno mismo. Pues no hay comprensión de lo que es “uno mismo”.

¡Claro! Muchos sueñan con algo que no sea ortodoxo. Sin embargo, por inverosímil que pareciera lo tradicional, de antaño, suele ser lo mejor. Me da la impresión de que hay muchos casos donde se violentan los deseos de nuestras contrapartes y, bastantes personas, sobre todo jóvenes, ante tanta porquería que anda en los medios, acaban cediendo sin darse la oportunidad de experimentar algo diferente que, en este caso, sería lo ordinario, lo que se practica desde hace muchos años. Algo a lo que se le ha restado, equívocamente, gran parte de su atractivo. Sin embargo, todavía, en gran cantidad de historias ya sea para televisión o cine, se sigue mostrando lo tradicional como lo dominante. No es casualidad las cosas que vienen de antaño están ahí porque sirven y es la manera más sabia de transitar por esta vida. Si alguien no ha tratado, con seriedad, de tratar lo de la pareja bonita de hombre y mujer, puede que se esté perdiendo de algo sumamente grande y esplendido.

No se nace atrapado en un cuerpo de hombre siendo mujer ni en un cuerpo de mujer siendo hombre. Uno nace siendo hombre o mujer, no hay más. Llegar a esa conclusión cada vez es más difícil para la población. Finalmente eso es perder el piso. Y cuando se pierde el piso sólo hay un triunfador: el caos.

¿Pero cómo cambiar si siempre uno ha actuado diferente, o así lo ha vivido? Bueno, no soy experto, pero si muchos de los abuelos fueron felices con un hombre o una mujer en feliz matrimonio, y procrearon hijos y estos les dieron nietos, realmente habría que cuestionarse por qué eso no le puede funcionar a uno. Tan ancestral es esto que las religiones más importantes dan a entender que ciertas prácticas sexuales no son sanas. Esto no es obra de la casualidad, es porque no llevarlas a cabo funciona y funciona bien.

Según la película El sentido de la vida es necesario hacer tres cosas: sembrar un árbol, leer un libro y tener un hijo. La decisión es suya.


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