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Hoy celebramos el día de la patria española, porque es la patrona de España la Virgen del Pilar, en Zaragoza, y porque también se celebra el día de la Hispanidad, puesto que la Virgen de Guadalupe (Cáceres), es patrona de una de las mayores gestas de España en la historia, como fue descubrir América, y colonizar la inmensa mayor parte de la misma.
Es un día que se presta, pues, a la reflexión, y no solo al jolgorio. En este punto, debo decir que España debería ser siempre la patria de todos los que somos ciudadanos españoles, y no solo de los que están más arrimados al poder político, o de los que comulgan con la presente manera de gobernar.
Para que todos nos sintamos españoles, y lo seamos efectivamente, debería respetarse la ley escrupulosamente, sobre todo lo tendente al aspecto de los derechos humanos, que es la base de nuestro sistema jurídico, y sin cuyo respeto ciudadano íntegro y total, significa que existen la marginación, y la tiranía, por tanto. España debe ser de todos, sin excepciones, porque vivimos en una democracia con Estado de Derecho, la cual, además, cuenta con un carácter social, concebido, nunca para que el Estado pueda discriminar o hacer una criba de lo que más interesa al político de turno, sino para que sea posible la igualdad y la equidad entre todos, y absolutamente todos los españoles.
La Constitución de 1978, nacida de otra heroica gesta nacional, como fue la Transición a la democracia, en el periodo 1975-1978, reconocemos que podría mejorarse, de manera que se afianzara la independencia judicial, y la seguridad jurídica quedara más blindada, y a salvo de algunas amenazas totalitarias. Hacer de España un lugar donde impere la ley y el Derecho, por encima de cualquier caprichito abusivo, de los que tantas veces están tentados los poderosos, es un sueño por el que jamás debemos cejar en nuestra lucha.
La forma de luchar por una España de todos, en concordia y en justicia, es la de que la sociedad española se organice, de manera que mantengamos una observación sobre las actuaciones políticas, y salgamos al tajo cuando se produzca cualquier conato de corrupción, y así a nadie le salga gratis violar las leyes; ante todo, aquellas leyes de mayor fundamento, que son las que van a permitir la realización del pueblo, y de los ciudadanos concretos.
Es cierto que España tiene un enorme potencial para ser una nación de las grandes, en el contexto mundial, pero todavía nos quedan aspectos que mejorar, para sacarnos todo el partido con el que contamos.
España es una nación con gente preparada y valiosa para dirigir los designios de nuestro país. En este sentido, creo apreciar un déficit importante de tecnócratas en el poder, y de políticos honrados, que vayan al poder con la mejor de las intenciones de trabajar por España, antes de mirar por propios intereses, que no son intereses de todos, o de la generalidad. Una vez se llega al Gobierno en una democracia, los intereses particulares deben pasar a un plano inferior, y se debería gobernar pensando en la gran mayoría, sin dejar de tener en cuenta los derechos de las comunidades más minoritarias.
Mientras se pueda hablar de una España de todos, donde no exista la marginación social, ni a niveles más concretos y específicos, estaremos en condiciones de sentirnos orgullosos de nuestro país, porque cuando existe la libertad, y el respeto de los derechos fundamentales, nadie podrá quejarse airadamente de este país, salvo por causas muy determinadas, puesto que no hay nada perfecto. Sin embargo, saltarse a la torera los derechos del pueblo, o de una parte del pueblo, por pequeña que pudiera ser, implica una situación grave de corrupción, ya que un trozo de nosotros, se encontraría en aprietos, y estaría siendo violado o perseguido, sin posibilidad de realización personal.
FRAN AUDIJE
Madrid,España,12 de octubre del 2023
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