«MEJOR MORIR DE PIE, QUE VIVIR ARRODILLADOS»

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Emiliano Zapata, el caudillo del Sur, campesino y militar mexicano, eminente protagonista de la Revolución mexicana, comandando las tropas del Ejército Libertador, nos dejó aseveraciones como la que encabeza nuestro artículo de hoy, tan repleta de valor como de veracidad, porque Zapata no solo pronunciaba sentencias como aquella, sino que las ponía en práctica, no en vano supo sacrificar su comodidad y su ego, en pro de una lucha sin cuartel por la justicia social, la igualdad, y la protección de las minorías indígenas, de los campesinos y obreros, en definitiva, una revolución que protegiera a los débiles contra los fuertes, en la que la tierra fuera para el que la trabaja, como siempre creyó y consideró.

Memorable fue la película que le dedicara uno de los grandes, como fuera aquel «¡Viva Zapata!», de Elia Kazán, de la que siempre recordaré una lección que supuestamente aprendió el protagonista: el poder político posee la extraña capacidad de corromper hasta el que se cree más comprometido con la justicia, y parece que Zapata tuvo la misma experiencia, cuando sintió que traicionaba los ideales que él mismo blandiera un día, aunque pronto se repuso, para negarse a sí mismo, y volver a los campos de batalla y a la defensa de la problemática social, por la que fue asesinado a traición, otro de los actos que siempre condenó sin perdón.

La vida de Zapata, la causa que defendió hasta morir, nos plantean interrogantes, y nos mueven a la reflexión. El hombre es más hombre, no debido a los poderosos que ocupan la poltrona, someten a sus ciudadanos, y viven opíparamente de la teta del Estado, permitiéndose el lujo de traicionar los ideales que dicen mantener, dando uso a la política y a las instituciones, como tapadera de crímenes y esclavitudes. El hombre es más hombre, gracias a otros hombres que fueron hombres de verdad, y nunca se resignaron a vivir como cucarachas, sino que plantaron cara, con las cartas sobre la mesa, a la hipocresía y a la injusticia.

Zapata, su figura heroica, su memoria recordada como divina e irrepetible, todavía encuentra acomodo hoy en naciones empobrecidas por los abusos de sus propios gobernantes. Allí donde cunde la vejación y la humillación, existen potenciales Zapatas, que no suelen tardar en «salir del armario», para empuñar las armas o liderar revueltas, con la fuerza viril que imprime la razón en el espíritu, y con la sensibilidad del que no soporta ver a su pueblo arrodillado y amaestrado.

Los derechos humanos y sociales, no son una broma ni un adorno que queda muy bien, ni en el primer mundo, ni en el tercero. Los derechos humanos y sociales, son una realidad que nos merecemos todas las personas, por malas que se nos considere. Y son una oportunidad imprescindible para la libertad y autorrealización de las personas. Los derechos humanos y sociales, son algo por lo que merece la pena morir, y aún legar la obra de toda una vida. ¡Viva Zapata!.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,25 de noviembre del 2023
Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.


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