Por: Raúl Jiménez Lescas
Imagen de portada fotos.perfil.com
La mujer que yo quiero, no necesita
Joan Manuel Serrat
bañarse cada noche en agua bendita.
Tiene muchos defectos, dice mi madre
y demasiados huesos, dice mi padre.
Pero, ella es más verdad que el pan y la tierra.
Mi amor es un amor de antes de la guerra.
Para saberlo.
Curiosidades de la vida: mi acta de nacimiento es del 27 de diciembre, al igual que la de Serrat con una gran diferencia de edades. Serrat nació el 27 de diciembre pero de 1943 en el barrio Poblesec de Barcelona y es catalán “hasta la médula” dicen sus biógrafos. Y es verdad: durante el franquismo le prohibieron cantar en catalán, su lengua materna.
Desde hace muchas décadas (creo que desde 1978) tengo admiración por Catalunya y, no sólo por Joan Manuel Serrat, sino porque estudié detenidamente la Historia de la Guerra Civil Española, donde los Catalanes jugaron un papel fundamental: admiro, hasta la fecha al gran anarquista leonés y obrero metalúrgico Buenaventura Durruti y a la CNT; también a Andreu Nin nacido en Vendrell (Tarraconense) y fundador de POUM; gran traductor de obras rusas entre ellas “La Revolución Permanente” de León Trotsky. Leí con detenimiento “Homenaje a Catalunya” de George Orwell, inglés que luchó con las Brigadas Internacionales de Solidaridad con la República.
Su padre, no es casual, fue anarquista como Durruti y los sindicalistas de la CNT.
Fue mi colega del Tec de Oaxaca y vecino Enrique Hernández Castellanos quien me puso el disco de Serrat con “Cantares” e inmediatamente aprendí los versos y los acordes de guitarra, hasta la fecha canto: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. De remate ahí conocí a los poetas Antonio Machado y Miguel Hernández. Le debo mucho a Serrat y, cuándo cantó a dos voces con Joaquín Sabina, estuve a punto de enloquecer.
Serrat triunfó más en México que en la España franquista y cuando ejecutaron a integrantes de ETA y el FRAP, estaba en nuestro país. Recordemos que México reanudó las relaciones diplomáticas (1977) después de la muerte de Franco y que México apoyó con todo a los republicanos contra los franquistas en aquella Guerra Civil. El presidente Cárdenas gritó: ¡Viva la República! y actuó en consecuencia.
Muchos años después llegué a Catalunya invitado por mis camaradas del POR dirigido por Aníbal Ramos (Arturo van den Eynde), que en paz descansa. Escritor prolífico y teórico trotskista. Su periódico se llama “Aurora”. Tengo el orgullo de presentar su libro “Globalización, la dictadura mundial de 200 empresas” (1999) editado por Uníos del cual no tengo ni un ejemplar.
Fue un choque cultural porque no sabía ni media palabra del catalán, pero todos ellos eran bilingües. Otros trilingües, también parlaban en francés como Juanjo que vino a México un tiempo. Y se casó con una mexicana.
Todos los días en Catalunya cantaba:
Harto ya de estar harto, ya me cansé
De preguntar al mundo por qué y por qué
La rosa de los vientos me ha de ayudar
Y desde ahora vais a verme vagabundear
Entre el cielo y el mar
Vagabundear
Pero mi “vagabundear” en realidad fue una gira para promover la solidaridad con el EZLN en 1995. Organizada por el POR y otras organizaciones solidarias con los zapatistas. Si la memoria no me falla (y ya me ha empezado a dar malas patadas) el mitin de solidaridad con los zapatistas fue en Les Rambles (La Rambla) y, casi desmayé al estar en ese hermoso lugar. El acto fue de noche, porque todos salen de noche a vagabundear por Les Rambles. Con Andres Calamaro hay que cantar:
Cuando el sol no está
Y la tarde cae al fin.
Quiero olvidar los momentos que en la rambla pase
Tu me besabas
Y me decias
Siempre te amaré
Siempre serás mi amor
Me encuentro solo
Sin un amor
Me encuentro solo
Luego organizaron una “Noche Mexicana” con los tequilas y curiosidades que llevé para el evento mexicano en pleno centro catalán. Ahí estuvo mi camarada Tito Prado de Perú que me hospedó en su casa.
La gira continuó con charlas y, recuerdo muy bien, la de la Universidad porque los estudiantes me invitaron a comer y no podía creer que en el comedor universitario podía pedir una copa de vino. ¡Eso no se puede hacer en México!, todos estarían tirados en las “islas de la UNAM” de borrachos.
Para terminar me enseñaron a cocinar la paella de mariscos.
Nunca podré olvidar esa gira y nunca he dejado de cantar las canciones de Serrat: “La mujer que yo quiero, no necesita bañarse cada noche en agua bendita”.
En un ferrocarril llegué a Madrid para rematar la gira de solidaridad con el EZLN donde mi camarada Carlos Girbau me dio posada en su “piso” madrileño. Luego me dio un “día libre” para pasarlo desde que abrió hasta que cerró el Museo del Prado. Y de ahí a Lisboa, también en ferrocarril donde terminó la gira de solidaridad con los zapatistas. Tampoco sabía ni media palabra del portugués pero todos entendían el español. Así que no tuve problemas ni con los catalanes ni con los portugueses que entendían mi discurso en español, pero yo no les entendía nada.
Admiro Catalunya, Durruti, Nin, Aníbal, al POR y a Serrat, aunque el Estado Español no sea una República como soñaron Durruti, Nin, la CNT y el POUM sino una Monarquía Constitucional gracias al “Pacto de la Moncloa” (1977) de los “socialistas” y “comunistas” con los franquistas y el Rey.
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Muy agradecido con la revista Unidad Parlamentaria y el colega Tenorio Muñoz
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