Cuando estamos al cabo de terminar este año 2023, al que llegamos fatigados, pero con ganas de enterrarlo ya de una vez, y que comience un nuevo panorama, hacemos examen de conciencia, y nos ponemos a examinar los errores y aciertos, con la intención de mejorar, al menos mientras nos dejen los que pasan de todo, y solo piensan en el más de lo mismo, porque esa constante en sus vidas, les ha ido bien, y prefieren ahogarnos a los demás, con tal de que no se produzcan los cambios que detendrían su fortuna, que es infortunio para la generalidad.

El mundo continúa siendo de un puñado de agraciados, que no están por la labor de mejorar esta situación, sino de que continúe, y, si fuera posible, que fuera más en su beneficio todavía, sin importar que salgan perjudicados millones de personas.

Palpamos las injusticias universales instituidas, en la creciente emigración. Oleadas de refugiados y de víctimas que huyen y se ponen en fuga, porque no existe justicia, ni hay pan que llevarse a la boca. Tan dramática llega a ser la situación, que miles de personas se aventuran a tomar embarcaciones completamente precarias para surcar los mares, previo pago de cantidades de dinero que no tienen, y solo haciendo una magia desconocida, logran atesorar. Mujeres que se dejan engañar por la necesidad, y van al matadero de los países desarrollados, donde no existe trabajo para ellas, sino vendiendo su dignidad humana en burdeles y polígonos industriales.

Pero, caramba, no contentos con que la carne joven sin futuro, se venga a los lugares del bienestar, surge un nuevo turismo sin ética, el de jóvenes gamberros, y hombres maduritos sin escrúpulos, que viajan a países como Thailandia o Brasil, en cuyas hermosas playas se tuestan por la mañana, y al atardecer visitan determinadas zonas donde son conducidos previo pacto, y siempre encuentran a jovencitas en todo su esplendor minorista de edad, comprándoles un buen rato de sublime excitación, gracias al cual ellas comen ese día, y ellos se van con la sensación de ser más machos que nunca. Ya no importa nada, la dignidad humana se puede echar por tierra, si hay placeres por medio, y dinerito fresco.

Me da miedo hablar de las guerras, y de otros tipos de violaciones de los derechos humanos a lo largo y ancho del mundo, porque las violaciones sexuales también son sangrantes, pero la sangre está oculta, al contrario que en numerosos casos en los que caen bombas, y todo tipo de injusticias, haciendo que salten borbotones de sangre física bien palpable, que mueran jóvenes, niños, mayores, y los sueños de pueblos enteros, o los proyectos personales de ciertas personas, se vean manchados de sangre, y despojados de vida, de futuro, de una felicidad a la que todos tenemos derecho, pero que es fácil sustraer o destrozar, siendo una tarea en la que se invierten millones de dólares y de euros, sin otro sentido que ver desde el sillón más cómodo, cómo las vidas se truncan y se devastan, en un cruel sadismo, que está probando serios trastornos en la estrecha y restringida cúpula del poder en el mundo.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,30 de diciembre del 2023
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