Hay muchos que no entienden por qué razón uno se niega a mantener relaciones con mujeres a diestro y siniestro, o por qué no accede uno al servicio de meretrices, tan servicial y tan a mano en estos tiempos. Y es que hay muchos que interpretan la soltería como una veda abierta para el cachondeo y la juerga. Los hay, incluso, que creen que se debe probar todo, para poder contar con la capacidad de elección, por ejemplo, entre mantener relaciones sexuales con mujeres, o con varones, o con ambos sexos indiscriminadamente. No se entiende que uno permanezca en el dique seco, a pesar de que se le ofrecen a uno por la calle, todo tipo de mujeres, y también de varones.
Para empezar, se ruega respeto por algo tan íntimo como la sexualidad, y, por extensión, respeto por todo lo que provenga del fuero estrictamente privado de las personas, porque este tipo de actitud la practico yo con verdadero escrúpulo, lo cual me permite dejar de opinar sobre las vidas ajenas, y excluir cualquier tipo de antipatía o rechazo hacia las demás personas, sean del ramo sexual que sean, y siempre que, recíprocamente, los demás guarden idéntico respeto hacia la intimidad mía propia.
Por otro lado, sin tener el deber de dar explicaciones sobre mi vida privada, me veo obligado a aclarar que uno cuenta con sus propias convicciones, generadas a partir de la formación cristiana recibida durante toda una vida, y, también, como fruto del proceso de autoaprendizaje que uno ha ido cumpliendo a lo largo de los años, donde se vieron involucradas experiencias, lecturas diversas, y reflexiones concienzudas. Todo este acervo formativo, le ha ido moldeando a la persona que se representa, y le ha ido inclinando hacia unas apetencias u otras. Desde luego, ya confirmo que me gustan las mujeres más que a un tonto un lápiz, en expresión tan coloquial, pero que guardo grandes escrúpulos por la dignidad femenina, y no soy del gusto de practicar el aquí te pillo, aquí te mato, y menos, claro está, con mujeres que venden su cuerpo.
Se venda una mujer, o se entregue por puro vicio, me parece que por ser mujer merece un respeto, ya que considero que la mujer posee un destino mucho más noble que ser pasto de los leones, siendo este el de ser amada como ser generador de vida, y dicha para el hombre y para la familia, que puedan formar de su unión seria y con proyección de futuro. No gusto de mirar a las mujeres como órganos sexuales ambulantes, que están ahí para satisfacer el hambre sexual de los varones, como si fueran tanques de agua que circulan por las calles, y, cuando uno tiene sed, se acerca y sacia la sed, con total tranquilidad. Para mí, la mujer, es un ser humano, con un rango, si cabe, mayor que el mío, y me siento en la obligación de custodiar un tesoro de semejante belleza y valor, también porque, como compañera de vida, la mujer es la madre de los hijos, y es donde encuentro la satisfacción en mi necesidad de ser amado, y no solo en la cama.
Rebajar las relaciones humanas a lo sexual, es peligroso, en el sentido de que me parece que nos acerca a la animalidad, y nos aleja de la humanidad. El sentido de las personas, considero que pude, y debe, ir bastante más allá de un calentón con revolcón apoteósico, sin excluir este lance, que la sexualidad es hermosa y es muy excitante, pero cuando le damos a las relaciones humanas un fondo de mayor trascendencia que lo meramente carnal, es cuando la vida cobra un valor y un sentido, donde se puede encontrar la felicidad con una dignidad plenamente humana.
Lo dicho anteriormente, sin perjuicio, por supuesto, de mi completo respeto a otras maneras de concebir la vida y las relaciones con las personas, pues, según el dicho lleno de verdad, para gustos, colores, ya que el ser humano es diverso por naturaleza, y deben existir múltiples maneras de concebir la vida, todas posibles siempre que se preserve la intimidad y la vida personal, con el respeto debido, aunque no seamos capaces de comprender otras mentalidades. Al final, lo que todos buscamos, de una forma u otra, es amar y ser amados, siendo dicha esencia el tronco que nos une como seres humanos.
FRAN AUDIJE
Madrid,España, 10 de enero del 2024
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