Toxicidad (Parte I)


Luis Navarro García
Chinchón,(Madrid), España, 18 de marzo del 2024

No hay demonio al que temer

ni infierno en el que arder

puedes permitir que te lo construyan

y de hecho hasta parece que te gusta

pero recuerda, estar ahí no es ningún deber.

Hay momentos que se clavan en la mente y son las tinieblas de un ayer

que perpetuarse en cada albor pretenden

son crueles y meditadas palabras que encuentran asilo en corazones afligidos a los que terminan por romper y secuestrar.

Son gestos que encuentran donde morar un día, pero al siguiente tienden a desaparecer

son lágrimas que brotan sin cesar

con las que calman su sed las aves de paso

que miran de reojo la libertad desde sus jaulas

y ese corral en el que viven presas sin saberlo que lo están.

Y vuelven sus palabras a tus oídos

y vuelve tu corazón a encontrar

un atisbo de esperanza en esa montaña rusa

que a ratos te divierte, a ratos te sube y a ratos te baja hasta estrellar.

No es casual que buscando la ansiada vida se encuentre la muerte


no es casual que en el camino de la muerte encuentres la vida


no es casual que te ates y te aferres

a todo aquello que conoces

por temor y por miedo a su ira.

Crees conocerle y eres su puta víctima

crees en sus bonitas palabras, más olvidas la última vez que te gritó

no conoces más mundo que esa prisión construida a tu medida


que un día te ahoga y al otro te da sosiego.

Siempre acabas encontrando la seguridad en la oscuridad de él


más te acostumbras dicho sea de paso, a la costumbre


y ya no eres ni la sombra de quién fuiste

él se convirtió en ella

y tú bien atada en corto, en su propiedad, en su marioneta,

así de triste.


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