(Registrado)
Por Francisco José Audije Pacheco

Florida rosa primaveral,
Amapolas y margaritas,
Feliz abejita que libas,
Entre pétalos multicolor,
El amor que es alimento
De los albinos espíritus,
Puros cual cielo soleado,
Como agua de nieve, claros.

Las hogueras de los pastores
Calientan sus manos curtidas
En las aún frías noches de marzo.
Sirven para cocinar Migas,
Que calientan sus estómagos,
Y reconfortan el corazón,
En la charla que se celebra
Entorno a llamas benignas,
Que combustionan los tizones
De los leños de la encina.

Baja una brisa del monte,
Cubierta de blanco su cima.
Los aires helados sonrosan
Las mejillas de bellas ninfas.
Aires acogidos por ellas
Con emoción anticipada,
De los besos apasionados
En ardientes labios de fresa.
Está llegando el otoño,
Y promete la primavera.

Señor, en mi cruz oscurece,
Tenebrosas nieblas la cercan.
Los traidores y los sádicos
Con mi sufrimiento se ceban.
Ellos me aprietan los clavos,
Se divierten al ver que sangro.
Mi Señor: treinta años llevo
De dolores y más dolores,
De fracasos y más fracasos.

Que yo pierda, pero tú ganes,
Señor de la Misericordia;
Misericordia de tu Reino
De la que tiene sed la tierra.