TERESA

Recuerdo aquel luminoso cuadro de Federico Madrazo, en el que retrata a una bellísima mujer de la nobleza, con toda la expontaneidad de su sonrisa, y en la plena juventd de los 20 años. Así era Teresa cuando, por vez primera, su imagen penetró en mi alma, atravesando mis ojos cansados y lastimados por noches en vela, por la crispación diaria.

Era exactamente noble, por su activismo en pro de los derechos humanos, y porque su presencia sosegaba mi mente, y me alteraba los bajos instintos carnívoros y sedientos. Yo la deseé desde el primer momento, y, desde ese feliz encuentro, yo la soñé, y fantaseé con su calor femenino, tierno, jugoso, tan placentero en la seda de sus labios, y en la blandura de sus senos fantásticos, todos llenos de la felicidad afresada y nutritiva.

Teresa era tal cual la veías, y era como la hermosa mujer azulada de Madrazo, así, ella misma, sin mayores rodeos. En aquel momento, ella sonreía con los ojos y la mirada. La mascarilla en defensa del COVID, tapaba su rostro de niña, en un cuerpo de mujer soberbio, al que no hubiera dejado de abrazar, hasta entrar en sus entrañas, fundidos ambos de corazón a corazón, manando lava en los sentimientos ardientes de poseernos.

Pero he de manifestar, que Teresa estrechaba otras manos, y que invadía su ser el perfume de otro hombre. Mi decepción y mi desánimo, fueron mortales, porque ella arrastraba mi alma herida, defraudada, hecha girones, por doquier anduvo con aquellos varones, ladrones y malandrines, que libaron el néctar de aquella dulce flor paradisiaca.

La amé y la llené de mis poemas, como a un cántaro vacío se le llena de agua clara del río. Aquella figura de guitarra perfecta, cantaba otros cantos de gozo, al toque de guitarristas flamencos, que le harían el amor a mis expensas, brotando los placeres canallas, y las notas distendidas del falso amor aprovechado.

Yo te sigo anhelando, capricho lascivo, sed de mi alma solitaria, en los desiertos arcanos de una vida ingrata, desperdiciada sin tu terapia de la cercanía de una mujer a un hombre. Como en aquella graciosa pintura agraciada, de la bella ninfa de Madrazo, La Duquesa de Vilches.

FRAN AUDIJE

Madrid,España 12 de abril del 2024


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