HÉROES DE TRAFALGAR

El 21 de octubre de 1805, se libró la más épica de las batallas navales en la Historia: Trafalgar, entre la escuadra combinada franco-española, y la escuadra inglesa, comandadas respectivamente, por el almirante Villeneuve, y por el vicealmirante Nelson. La batalla recibe el nombre del cabo gaditano, a cuya altura tuvo lugar el fabuloso encuentro de los titánicos navíos de línea, que se batieron con firmeza en aquel sangriento atardecer.

España y Francia, habían emprendido una política de alianzas estratégicas, para hacer un frente común en oposición al poderoso rival inglés, que basaba su hegemonía en el dominio de los océanos y mares, mediante su flota naval de guerra, la Royal Navy, dotada de unos barcos con una potente capacidad de fuego, que, al mismo tiempo, eran extraordinariamente maniobreros y ágiles en la mar. A esta superioridad en la construcción naval, debemos sumar las estupendas tripulaciones de los navíos ingleses, con marinos y soldados muy bien adiestrados, y que contaban con técnicas de combate propias, también superiores a las de sus oponentes en cualquier frente de la época.

A pesar de que España había resucitado como potencia militar, merced al interés del rey Carlos III por recuperar la marina de guerra española, clave para hacer frente a los ingleses en el mar, medio acuoso a través del que se comunicaban las potencias con sus dominios de ultramar, y bajo cuya custodia se realizaba el comercio, entre las ricas colonias y sus metrópolis, la Francia de Napoleón ambicionaba cerrar a los ingleses el paso al mediterráneo, con la idea de lanzar un ataque invasivo del territorio insular inglés. Por otro lado, los franceses se negaron, creemos que por un orgullo sin fundamento, a que España, un aliado subalterno de Francia, comenzara a reconstruir su flota de guerra, bajo las indicaciones que había dado el marino español, Jorge Juan, enviado por el rey Carlos III a espiar los revolucionarios astilleros ingleses, desde donde, no solo se trajo los planos secretos de construcción naval, sino también a ingenieros navales ingleses, sobornados para que se pusieran al servicio de España. De esta manera, los navíos españoles del siglo XVIII, se construyeron según el modelo francés, de barcos enormes y muy bien artillados, pero tremendamente torpes en la mar.

La mañana del 21 de octubre de 1805, los vigías de costa españoles, detectaron un cerco de la flota inglesa, frente al puerto de Cádiz, a cuyo refugio se protegía la flota franco-española, cuando el guante de guerra ya había sido lanzado, y tomado por ambas fuerzas. Villeneuve y sus comandantes franceses, propusieron salir al combate. El almirante español, Gravina, asesorado, a su vez, por los suyos, veía imprudente salir al encuentro de los ingleses, dado el estado del mar, que consideraba desventajoso. Insolentemente, los oficiales franceses achacaron tal prudencia, a una cobardía de los españoles, que, para demostrar lo contrario, no solo fueron los más arrojados en el posterior combate, sino que llevaron el peso de la batalla, y, por tanto, ofrecieron las mayores pérdidas humanas, y de material bélico, aunque rendido con gran honra y heroísmo, en numerosos lances del combate naval.

Nelson, desde su puesto de mando en el navío Victory, tuvo una especie de premonición visionaria, y desplegó ante sus oficiales, un sencillo esquema de batalla, que obtuvo un rotundo respaldo de todos, dada la genialidad que percibieron en el planteamiento. Al toque del zafarrancho de combate, Nelson arengó a sus tropas con otro sencillo y escueto discurso: “Inglaterra espera que todos cumplan con su deber”.

Los navíos ingleses formaron en dos líneas, que cortaron y dividieron al combinado franco-español, dispuesto en una larga fila, la cual envolvieron, de modo que cada navío de los nuestros, se encontró ante la comprometida situación de tener que soportar el fuego de varios navíos enemigos. De tal forma se dispuso la batalla, que el almirante Villeneuve, contemplaba desde una obligada retaguardia, cómo su flota era destrozada y echa presa sucesivamente por los ingleses, cuando no hundida irremediablemente por los fuertes daños infligidos.

El castigo inglés sobre los navíos españoles y franceses, es elocuente en las cifras a las que dio lugar el combate, claramente desventajoso para el combinado franco-español, pero dio lugar también, a grandes gestas heroicas, que pasaron a la historia como un triunfo, cual es el caso del tiroteo que mantuvo el navío francés Redoutable, sobre la nave capitana inglesa del Víctory, que concluyó con la muerte del genial vicealmirante Nelson.

Por parte española, destacamos, entre otras gestas, las del brigadier Cosme Churruca, al mando del navío San Juan Nepomuceno, que llegó a batirse contra seis barcos ingleses, ante los que solo se rindió, tras haberlos desarbolado, y causado importantes daños, merced a la habilidad matemática del heroico brigadier vasco, en la dirección de las andanadas hacia los ingleses. La suerte de que una bala hiriera de muerte a Churruca, decidió la rendición del San Juan Nepomuceno, pero solo cuando su propio gobernante perdió definitivamente la vida, al desangrarse por la herida que le causara esta bala fortuita.

Las conclusiones a sacar de esta tremenda batalla, son claras, y podrían ser desagradables de asumir para los espíritus patrióticos de los derrotados, España y Francia: el mérito de los ingleses estuvo en su previsión continua de enfrentamientos de tal calibre con el enemigo, al más alto nivel. Poseían los mejores barcos, y las tripulaciones habían sido escogidas de entre las más duchas y mejor entrenadas. Los oficiales ingleses, igualmente, habían pasado una estricta formación académica y práctica, y poseían harta experiencia en su generalidad. Por el contrario, los barcos de los aliados franceses y españoles, estaban peor construidos para maniobrar en combate, y sus tripulaciones cuajadas de marinos reclutados en levas forzosas, por tanto, sin experiencia, y con escaso adiestramiento. Mientras un barco inglés era capaz de disparar tres veces al enemigo en un periodo determinado, los franceses y españoles solo lo hacían en una ocasión, dentro del mismo periodo. Todo fruto del dispar entrenamiento de ambas tripulaciones en litigio. Por otro lado, los ingleses luchaban empleando tácticas de guerra, que conseguían una elevada mortandad, así como cuantiosos daños materiales, a diferencia de sus rivales, que optaban por la clásica costumbre de disparo a los palos y a las velas, con la intención de dejar al enemigo sin gobierno y a la deriva.

Debemos reconocer que, la flota inglesa en Trafalgar, cumplió con las expectativas que se presumían, y fueron un Ejército heroico en su conjunto. España y Francia, no solo dejaron de cumplir, y padecieron un rotundo fracaso, sino que necesitaron de acciones aisladas e individuales, para salir honorablemente airosos en la historia.

FRAN AUDIJE

Madrid,España,13 de abril del 2024

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