UN LEGADO DE ESPAÑA A AMÉRICA

El legado de una obra literaria a un continente hermano de España, como es Latinoamérica, o América en su conjunto, por extensión lógica, no debería ser motivo de decepción o de indignación en España, sino todo lo contrario, deberíamos todos alegrarnos y congratularnos, porque el motivo es lo suficientemente humano y abnegado, como para ello, y habla muy bien de España, ya que se trata de financiar la lucha por la justicia social, y por el respeto de los derechos humanos, mediante la comercialización de esta obra, con vocación de utilidad social, más allá del entretenimiento.

El legado de mi obra a Latinoamérica, no es solo un legado mío, sino de España entera, puesto que yo soy español de pleno derecho, desde el ius soli, y desde el ius sangüini también, por haber nacido en Extremadura, de padres españoles.

Es un gesto que le honra a España, permitir que se financie desde la cultura literaria, una de las potencias de nuestro país, la regeneración de todo un continente como América, tan ligado a nosotros por la Historia. Un continente, el americano, cuyo pueblo viene siendo tiranizado y oprimido por la pobreza, y por los abusos de poder, donde la gente muere defendiendo su dignidad, en muchos casos, y denunciando lo que ocurre con las mafias homicidas y esclavistas de sus propios compatriotas. Mafias, tantas veces sufragadas desde el poder político, que permite unas desigualdades escandalosas, entre unos y otros, pero todos hijos de una misma nación. Por tanto, con el derecho de humanidad a no pasar necesidades tan elementales como, la sanidad, la educación, la vivienda, o el alimento, de las que carecen millones y millones de personas, que hablan el castellano, o el español, como dicen ellos, y que conservan rasgos culturales heredados de los tiempos del Imperio español.

Mi gesto con Latinoamérica, que debería ser un gesto de España, no es el primero que se produce en este sentido, ni mucho menos. Tampoco podría ser considerado heroico, o al menos tan heroico, como el de aquellos españoles, religiosos ante todo, que han entregado su vida en América, por amor hacia los pobres y oprimidos, conviviendo con sus padeceres cada día, y padeciendo las mismas injusticias que padece aquel pueblo, tantas veces, en ocasiones hasta dar la vida física.

Numerosos españoles exiliados, tras la Guerra Civil española, en América, entregaron el legado de su vida y de su obra, por el progreso cultural de los países donde fueron acogidos, así como muchos otros emigrantes españoles, marchados a América por innumerables razones, dejaron la impronta de su trabajo y de su talento, en aquellas tierras que nos son tan familiares, porque hablan nuestra lengua, y porque fueron España durante siglos, contribuyendo a la prosperidad del entonces Imperio español, y de la suya propia, al acoger la influencia de lo bueno que España supo legarles en aquellos entonces.

No debemos olvidar que, la América hispana, contribuye a alargar el mapa de España, no solo en la Historia, sino en numerosas coyunturas políticas, y lo mismo les pasa a los latinos, ya que España es una puerta de entrada a Europa para ellos. Por tanto, hacerle el bien a cualquiera, siempre ha de ser motivo de alegría, pero, si este bien que se hace, repercute a un hermano, entonces hablaríamos de cumplir un deber moral y ético, por encima de cualesquiera complejos políticos, o de cualquier otra índole, que pudiéramos blandir. Siempre deberían estar antes las personas, porque nos hacemos humanos, en un mundo donde cunde el egoísmo, y la amabilidad y la condescendencia, van dejando de estar de moda.

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 20 de mayo del 2024

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