AMAR HASTA MORIR

El amor se encuentra en horas bajas, pero no porque la gente normal y sencilla, esa que hace caso a sus sentimientos, haya abdicado del amor, y de amar con todo el corazón, hasta entregarse en cuerpo y alma a un proyecto de convivencia con futuro. Más bien encuentro que la decadencia del amor, viene motivada por unas ratas, que han realizado un engendro ideológico de laborarorio, más su posterior inoculación en la mentalidad de la sociedad, mediante el cual se está renunciando a la estabilidad en las relaciones amorosas, y, consecuentemente, cunde la promiscuidad, y cunden las separaciones o los divorcios. Uno de estos indicativos resultan ser los altos índices de aborto, que hablan de que las parejas se plantean cada vez menos, la formación de un hogar, que pueda constituirse en base de acogida de los hijos, por tanto, la colocación de uno de los pilares fundamentales, para que ese proyecto amoroso, tome una proyección de futuro.

El amor, debemos ser claros, no coincide plenamente con el sexo, ya que el sexo no debería ser una meta en la pareja, sino un complemento, importante sí, pero no la finalidad de estar juntos, sino un instrumento que sirve para la realización amorosa en la pareja. La meta, por tanto, es hacerse felices el uno al otro, compartiendo la vida, y, como parte de la vida, la necesidad de satisfacer la libido, que, finalmente, aportará los hijos, que harán una familia de aquel primer germen dual de pareja.

En cada estadio de vida de la pareja, se encuentra lo que otorga sentido a esta unión: el amor. Cuando nos conocemos, surge el amor, y, de este amor, surge el deseo de estar juntos. Cuando estamos juntos, y la cosa va bien, comenzamos a pensar en compartir cada vez más cosas, hasta vivir juntos, probando si la convivencia cotidiana es fructífera. El siguiente paso, podría ser la llegada de los hijos, que deberían fortalecer el vínculo familiar, afianzando el compromiso de futuro. Vemos, pues, cómo el amor actúa de motor de las relaciones, y también de pegamento en las mismas.

El discurso moral que se propaga hoy, es poner al sexo en la cúspide de las relaciones, es decir, en la meta. Pero, si solamente nos juntamos para pasar momentos excitantes de placer, la relación se acabará frustrando, y seguiremos buscando aventuras de este tipo, que carecen de proyección de fondo, y que, realmente, poco aportan a la construcción de las personas. El sexo por el sexo, nos va a brutalizar, más que a humanizarnos, puesto que, sin amor, no es posible una construcción noble y humana de las personas, ni es posible nuestra realización personal, debido a la propia naturaleza del hombre.

No estamos diciendo que no pueda haber gente con unas necesidades naturales, matizadamente distintas, que puedan amar la soltería y la soledad, porque está comprobado que existen. La libertad de las personas para elegir, es fundamental, pero que sean efectivamente libres, con acceso a una educación de calidad, que les haga libres, con capacidad para discernir qué es lo mejor para sus vidas, lejos de estos adoctrinamientos de laboratorio, auténticos planes de vida basura, concebidos para deformar a las personas, obligando a que tomen derroteros, que se presentan como una moda a seguir, cuando estamos comprobando el fracaso que suponen, pues nunca hubo tanta infelicidad e insatisfacción, como en nuestros días.

FRAN AUDIJE

Madrid, España, 24 de mayo del 2024

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